Carta
de enlace entre los miembros de la FSSPX
(n° 5 – primavera de 2015)

(n° 5 – primavera de 2015)
En abril de 2013, Mons. Fellay afirmó que la
Fraternidad no había cambiado salvo “cambios
superficiales”: “ahora tenemos
sacerdotes de edad avanzada”, “tenemos
más casas en más países”, en breve, un “desarrollo
normal […] “teníamos 4 obispos y
ahora solamente tenemos 3. Esto es un cambio, pero nada grave ni esencial[1]”
A finales de enero de 2014, el P. de Cacqueray
deseaba “que la ruptura” entre Mons. Fellay
y los signatarios de la “Carta a los fieles” “se resuelva” y confiaba antes de dejar el Distrito:
“«Yo espero de todo corazón, que
dado que yo creo que
ya no es de actualidad para la Fraternidad intentar lo que sea con un Papa, del
cual acabo de hablar un poco, espero que algunos de estos sacerdotes y
fieles considerarán, reconocerán que después de momentos difíciles, la Fraternidad sigue fiel a la
línea que es la suya y reconociéndolo, por nuestra parte nosotros tendremos la
compresión, la benignidad para reaceptarlos sin decir nada, entre nosotros, a los sacerdotes que partieron,
entre ellos, por supuesto, yo los conozco, son compañeros de armas, sacerdotes
cuyos valores no han desmerecido en su apostolado durante todos estos años y
que es triste haberlos visto partir, y yo espero, yo espero, que si todo no fue más que un equívoco, entre
la fraternidad y ellos, que este equívoco sea verdaderamente resuelto, es lo
que espero de todo corazón”[2].
Frente a estos testimonios, estaríamos tentados de
concluir que la afirmación de 2012 por parte de los 3 obispos en su carta al
Consejo general reconociendo “en la
Fraternidad los síntomas [de una]
disminución en la confesión de la Fe” era falsamente alarmista…
Sin embargo, el 23 de septiembre de 2014, luego del
encuentro entre el cardenal Muller y Mons. Fellay, el Vaticano publicó un
comunicado dicendo:
« Se ha acordado proceder gradualmente y dentro
de un tiempo razonable para superar las dificultades y alcanzar la deseada
reconciliación plena."
Las entrevistas continuaron entonces en un "marco amplio y menos formal que el de los
precedentes intercambios[3]",
mientras que en palabras de Mons. Fellay: “las
discusiones manifestaron un desacuerdo profundo sobre casi todos los puntos
abordados[4]”.
En su 5ª conferencia en Flavigny, el P. Pfluger declaró explícitamente que dado
el fracaso doctrinal con Roma “hay que
intensificar el contacto in membris (fieles, parroquias y clero conservador)”.
En 2007, el P. de la Motte reunió a sus vicarios
(entre ellos el P. Salenave) para comunicarles una noticia que él estimaba muy
buena pero confidencial… Menzingen había dado su acuerdo para hacer de Gavrus
un priorato piloto en estrecho contacto con la diócesis y su obispo. El cambio
del prior puso fin a la experiencia, pero ahora estas visitas se multiplican
por pedido de Menzingen: Angers, Montpellier, Châteauroux, debían ser visitadas
por el obispo.
En 2015, dos peligrosos apóstoles de la libertad
religiosa, el cardenal Brandmüller y Mons. Schneider visitaron los seminarios
de Zaiztkofen, Flavigny y Winona y enseñaron allí. El primero compara “la Fraternidad San Pio X y los viejos
católicos que han rechazado la enseñanza del Vaticano I sobre la infabilidad y
tienen en común el rechazo de los desarrollos legítimos de la doctrina y de la
vida de la Iglesia[5]”.
Para el segundo, “el mejor alumno de
Benedicto XVI” según L’Homme
Nouveau, “el
ecumenismo es necesario para estar en contacto con nuestros hermanos separados,
para amarlos. Frente al desafío planteado por el nuevo paganismo, nosotros
podemos y debemos colaborar con los no-católicos serios para defender la verdad
divina revelada y la ley natural creada por Dios[6]”.
“Yo escucho decir: “Usted exagera,
hay cada vez más y más buenos obispos que oran, que tienen la fe, que son
edificantes…” Serán santos, siendo que admiten la falsa libertad religiosa y
por lo tanto el Estado laico, el falso ecumenismo y por lo tanto la admisión de
varias vías de salvación, la reforma litúrgica y por lo tanto la negación
práctica del sacrificio de la Misa, […] ellos contribuyen oficialmente
a la revolución en la Iglesia y a su destrucción” […] Esta nueva religión
no es la religión católica[7]”.
Las declaraciones del P. Jorna: “La integración sería nuestra desintegración […] en la Iglesia, es la verdad que libera, no
la diplomacia[8]”
eran una evidencia para la mayoría de los miembros de la Fraternidad en
2001. Hoy en día, gracias a la acción subversiva de la cabeza, la tendencia se
ha invertido. Nadie ignora que la subversión viene más frecuentemente de una
élite infiel que de una base rebelde.
¿Cuántos cofrades han leído el libro del P. Lelong
titulado “Por la necesaria reconciliación”?
Allí nos enteramos que desde el año 1992 (P. Aulagnier) y sobretodo desde 1997
(P. Lorans), la cabeza de la FSSPX trabaja para la adhesión a Roma. Muy
rápidamente el combate ha cedido el lugar al deseo de reconocimiento. Si bien
tenemos algunas palabras a la derecha, la cabeza actúa más frecuentemente a la
izquierda. Y esta actuar no queda sin consecuencia:
“Por lo tanto es evidentemente natural e
históricamente cierto que, cuando ustedes negocian con Roma y los obispos y
reclaman ciertas concesiones, ustedes están en la obligación de callarse, de
ablandar o de hacer desaparecer su oposición a la reforma litúrgica, a la
declaración Dignitatis humanæ y
al concilio, bajo pena de encontrarse en una situación sicológica insostenible. Esta es la única y verdadera causa de su
evolución doctrinal: el peso moral de sus interlocutores y su propio deseo de
lograr resultados tangibles en las difíciles negociaciones donde
ustedes están en una posición minoritaria. Tal situación los obliga a hacer
concesiones, por lo menos verbales. […] llegando a este punto de su evolución,
ustedes estiman posible y necesario atemperar ciertas oposiciones con el fin de obtener resultados más
importantes. […] las negociaciones y los acuerdos con Roma y con los obispos
diocesanos deben terminar necesariamente, tarde o temprano, en el abandono de
las posiciones sostenidas desde siempre por la Tradición…[9]”
Pocos de entre nosotros tuvieron el tiempo de leer
la entrevista del Primer Asistente a una revista de la Fraternidad. El texto,
traducido por France Fidèle fue
publicado por La Porte Latine, pero
no permaneció allí más que 24 horas… Allí leemos:
“En Tokio, tuve que decir la misa dominical
sin zapatos, y en las islas Fidji, fui recibido con “Cava”, bebida tradicional
infecta que además te destruye el hígado. Estamos tentados de estigmatizar de
“modernista”, “liberal”, “masónico” todo lo que no es conforme a la rutina de
los siglos 19 y 20. Una tradición así de erróneamente concebida, no es
atrayente, no puede convencer, tampoco podemos edificar la Iglesia según la
imagen que tenemos de los años 50 o según los argumentos puestos en valor en
los años 70. […]No a las teorías de conspiración, no al apocalipsis, sino
que esperanza contra toda esperanza. Esto es lo católico”[10].
Como todos los liberales y los conciliares, el P. Pfluger
ya no comprende la importancia crucial de la doctrina. Y expresa oficialmente
su desdén implícito por los grandes documentos antiliberales, antimasónicos y
antimodernistas desde 1831 (Mirari vos)
hasta 1950 (Humani Generis), sin
provocar una reacción eficaz. El P. Pfluger parece ignorar que predicar a
Cristo crucificado “de manera convincente”
es “escándalo para los judíos y locura
para los paganos”. Además, negando el complot mundialista contra Dios,
menosprecia la enseñanza de la Iglesia sobre la lucha de las dos ciudades y
niega una realidad constatada incluso por los no creyentes –lo que no hace la
fe atrayente… Finalmente, al oponer esperanza y apocalipsis, manifiesta una
ineptitud radical para toda política prudente, pues la Revelación nos dice: “Y le fue dado a la bestia hacer la guerra a
los santos y vencerlos; y se le dio autoridad sobre toda tribu, todo pueblo,
toda lengua y toda nación…” (Apoc.
13, 7). El P. Pfluger huye de la cruz y no comprende que la esperanza cristiana
no consiste a esperar una nueva cristiandad de nuestro mundo apóstata, sino a
esperar, con gran deseo, el regreso glorioso del soberano juez.
¿Vanas reacciones?
En 2014, el P. Gaudray fue a ver a Mons. Fellay para
exigirle explicaciones respecto al P. Pfluger. Una bella sonrisa y bellas
palabras hicieron desvanecerse sus exigencias. El P. Gaudray se rehusó también
a participar en la puesta en escena de Mons. Schneider en Flavigny. Mons. Fellay
le hizo severos e injustos reproches. Nuestro pobre cofrade escribió entonces
un artículo torturado llamado: “De la
obediencia a los superiores falibles”… Para satisfacer su conciencia,
escribirá a sus fieles: “La nueva
religión instituida por el Vaticano II está fundada sobre los principios de la
Revolución… La iglesia conciliar no cesa de proclamar su apego a los “valores”
de la Revolución… Entre ellos y nosotros, la oposición es radical, las
posiciones irreconciliables… Dios siempre será misericordioso respecto a los débiles
pero rechaza a los que no quieren la luz.
Los sacerdotes que ya no rezan o que ya no estudian traicionarán
necesariamente[11]”.
Muy bonito, pero insuficiente para proteger a los
fieles y la Fraternidad. Se ataca al Vaticano II, pero no a su penetración en
la Fraternidad. No se trata, como lo cree el P. Gaudray, de favorecer “la anarquía y el desprecio de la autoridad”.
Hacer “penitencia para obtener de Dios
buenos superiores”, “permanecer
humilde”, es necesario, pero esto no dispensa del deber sacerdotal de
nombrar al lobo, incluso cuando él se llama Fellay, Pfluger, Simoulin…El P.
Laguérie, durante la sesión en Flavigny (febrero de 2015), ha dicho al P.
Bouchacourt, delante de los priores, que Mons. Fellay era deshonesto. ¿Por qué
no decirlo públicamente?
En Flavigny vimos el P. Troadec narrando la visita
de Mons. Schneider, interrumpido por los priores descontentos. Vimos palidecer
al P. Bouchacourt constatando que él no puede controlar su Distrito. Algunos
pensaron haber ganado una batalla con esto… ¡Ilusión! Esta guerra ya está
perdida. El P. de Cacqueray le confió al P. Rioult, durante la peregrinación de
Pentecostés de 2012, que “Mons. Fellay [estaba] dispuesto a pasar sobre más de un cadáver”.
El P. de Cacqueray, que resistía a la Casa General, señaló en 2013 “que el libro escrito por el P. Pivert no
fue prohibido para su difusión por la Casa general. Es un rumor sin fundamento
[---]. La realidad es que nuestros superiores no me pidieron retirar este libro
de su difusión[12]”.
Hoy en día, esta sutilidad hace sonreír
y muestra los límites de esta resistencia.
El
P. Rousseau, en octubre
de 2013, reaccionó contra las “canonizaciones” de Juan XXIII y Juan Pablo II
escribiendo: “Non possumus, no podemos.
[…] Este papa de Asís va, después de una
falsa beatificación, a ser puesto sobre los altares. Digámoslo claramente: estos altares no son católicos y no
podemos reconocernos en este simulacro de ceremonia. Es una caricatura.
Hoy, él ya no es prior… Para el P. Pfluger, su mutación se debió a « faltas graves[13]»…
El P. Delagneau prohibió al P. Deren citar a Mons. Lefebvre en un sermón para no
desmarcarse de la predicación de los sacerdotes del priorato… El P. Beauvais
recibió una carta injuriosa de Mons. Fellay acusándolo de ser indigno de todo
puesto de responsabilidad, lo que justificaría su partida de San Nicolás.
Los liberales dirigen la Fraternidad y persiguen a
los que se oponen a su voluntad. Las sanciones y las mutaciones operarán la
inevitable depuración en curso. Queridos cofrades, releamos las conferencias
del P. Pfluger a los Hermanos en Flavigny en enero de 2014. En la 7° podemos
leer: “Todas estas salidas son una
purificación para la Fraternidad y deben ser vistas como una gracia…”.
Perdamos la ilusión, el golpe maestro de Satanás se renueva: la destrucción del
cuerpo social por la obediencia. Y “desgracia
a aquél que no consiente. Gana el derecho a ser pisoteado, calumniado, privado
de todo lo que le permitiría vivir[14]”.
La carta de un prior dirigida a los tres obispos, a
los dos asistentes, al P. de Cacqueray, a los tres miembros del tribunal del P.
Pinaud, resume muy bien el estado de nuestra Fraternidad:
« En San Nicolás de Chardonnet el pasado
viernes 8 de noviembre [2013], el P. Nely nos dijo que era necesario restaurar
la unidad. Efectivamente hay trabajo
que hacer sobre este punto, y es una verdadera resurrección de la que habría
que hablar, pues se trata desgraciadamente de la unidad doctrinal y del lazo de
caridad, y tanto en un caso como en el otro podemos constatar su desaparición. Cómo
podríamos tener unidad doctrinal cuando vemos subsistir en la cúpula una
división entre dos principios contradictorios […] Esta
declaración no está muerta pues no fue retirada más que por motivos extrínsecos,
porque nos dividió. Solo el texto fue retirado, no el pensamiento que la
subyace y que todavía vive, pensamiento que ha sido expresado en otros textos
que no han sido retirados. Es este pensamiento que nos divide y continuará
dividiéndonos hasta que no volvamos atrás. Es además la causa profunda de la
actitud del Padre Rioult, del proceso del Padre Pinaud, de la salida de muchos
cofrades celosos aunque tal vez excesivos algunas veces. ¿Cuántos de entre
nosotros se perderán y de cuántos sacerdotes deberá usted dar cuentas a Dios? […]
En cuanto al lazo de la caridad, constato que ya no existe. Hemos entrado en
una lógica de guerra, y de guerra civil. […]Fraternidad sin caridad
fraternal ni unidad doctrinal… pronto seremos como un cuerpo sin alma. […] Tal
unidad no puede durar mucho”.
En efecto, tal prior abre sistemáticamente el correo
de tal religiosa para verificar lo que escribe… Tal hermano vigila a los
sacerdotes de su priorato para advertir a la Casa general de todo
comportamiento « desviado » de la línea oficial… Un director de
escuela despide a una institutriz por sus faldas demasiado largas [es decir,
modestas], pues molesta a sus colaboradoras que usan faldas simplemente
inmodestas… Etc.
Un canonista de la FSSPX confesaba recientemente: “El nuevo código no está allí simplemente
para arreglar los problemas de los sacerdotes, sino también para crear puentes
con la Iglesia oficial”. La Fraternidad ya está regida por el nuevo código
y por las congregaciones romanas. Los principales superiores de la Fraternidad
ya están incorporados en su cabeza incluso antes de firmar. La FSSPX está
mortalmente herida y nosotros no podemos hacer nada al respecto. Y ¿cuántos
cofrades se están destruyendo interiormente porque se niegan a ver esta
realidad que les hace sufrir?
Solo un obispo, Mons. Williamson, y un solo miembro
del Capítulo, el P. Faure, denunciaron la subversión en curso. Ningún superior
mayor ha actuado pública y eficazmente contra la corrupción de nuestros jefes.
El P. de Caqueray se decía dispuesto a actuar pero esperaba un obispo. Pretexto
fútil para no hacer nada pues él mismo dijo: “Mons. De Galarreta está demasiado apegado a su confort para hacer algo”
y él sabía que si Mons. Tissier veía intelectualmente claro, estaba paralizado:
su fin era, escribió a un cofrade, “ayudar
a Mons. Fellay a reencontrar su honor”.
Si seguimos sin hacer nada, nuestros ojos no pararán
de llorar por no haber tenido el valor de gritar el lobo. Pues Mons. Fellay no
es un sacerdote débil que se equivoca, sino un lobo feroz que nos engaña.
Relean su carta a Benedicto XVI (17 de junio de 2012) y piensen bien el sentido
de las palabras de esta odiosa frase: “Desgraciadamente,
en el contexto actual de la Fraternidad, la nueva declaración no pasará”. Demasiados
de entre nosotros esperan un acuerdo futuro para reaccionar, mientras que Mons.
Fellay ya nos traicionó pues ha pactado con el enemigo.
Ciertamente que no tenemos un deber estricto de
dejar la Fraternidad, pero tenemos el deber de “oponernos públicamente a los errores y a los fautores de errores, sean
quienes sean[15]”,
incluso y sobre todo si ellos están entre nosotros. ¿Cuántos lo hacen? Nuestro
próximo cambio, que será una puesta en el clóset, ¿será un motivo claro y
suficiente para reaccionar? ¿Continuaremos obedeciendo a un jefe subversivo que
abusa de su poder para llegar a fines que nosotros reprobamos[16]?
Monseñor Lefebvre, que tenía respeto a la autoridad,
estaba sorprendido que los monjes de Barroux “no tomen el partido de irse o de fundar otro monasterio, o de pedir a
Dom Gérard su dimisión… No, nada, obedecen[17]”.
Monseñor Lefebvre, que tenía respeto de la autoridad, quiso visitar los
oficiales superiores encarcelados en la prisión de Tulle por el golpe de estado
de Argelia. Uno de “estos héroes del cual
yo veía su prisión desde el obispado[18]”
narra este hecho: “El director de la
prisión sabía que nosotros [el Cte. Camelin y el Teniente de buque
Guillaume] éramos cabecillas e ignoraba
hasta dónde podíamos llegar. Un día, durante una convocatoria, él me dijo: “Ustedes,
oficiales, deberían poner el ejemplo de la disciplina en prisión”. ¡En prisión,
dar ejemplo de servidumbre es el colmo![19]”
Imitemos la conducta del P. Altamira en Colombia.
Siguió en su lugar como prior para instruir a sus fieles de la traición en
curso, el día de su cambio/depuración (pues Mons. Fellay no nos dirá jamás en
la cara las razones por las cuales se deshace de nosotros), él pudo decir un
non possumus y partir con la mayoría de los fieles para reconstruir. Nosotros
no podemos abandonar a los fieles pero tampoco podemos dejar a nuestros superiores
hablar y actuar en nuestro nombre contra la verdad. Los cofrades que deseen
coordinar sus fuerzas pueden tomar contacto con Mons. Jean Michel Faure: cjmfaure@gmail.com, felizmente consagrado
el 19 de marzo de 2015 por Monseñor Williamson en la Santa Cruz.
No huyamos el combate por temor de compartir la
soledad de Cristo en su agonía:
« El
miedo de ser ridiculizados, de ser molestados en la acción apostólica, de ser
condenados a la inseguridad material. En todas partes el miedo de la relegación
sociológica. Demasiado raros son aquellos que, a causa del Señor y de su
Nombre, se burlan del aislamiento de hoy en día y de la incertidumbre del
mañana”. (P. Calmel, Itinéraires n° 148).
La Redacción
[1] The
Angelus, el 20 abril 2013 – DICI del 07/06/13.
[2] 12
agosto de 2014, documento audio en La
Porte Latine.
[4] Mons. Fellay, Cor unum de
marzo 2012.
[5] Walter Brandmüller, Le
chiavi di Benedetto XVI per interpretare il Vaticano II, Sienne,
Cantagalli, 2012.
[6] Mons. Athanasius Schneider,
Entrevista del 30 mayo 2014 con la Latin Mass Society, publicada por
la Porte Latine.
[7] Mons.
Lefebvre, Prologo del Itinerario
espiritual, Edition Tradiffusion, Bulle, 1991.
[8] Declaraciones del P. de Jorna regogidas por “Il Bolletino delle
parrochie dell’isola” el 15 mayo de 2001, DICI n°9, p. 12-15.
[9] P. Celier, « L’Eglise
déchirée, Appel aux catholiques Ecclesia Dei », Ediciones Gricha,
1994, p. 81 à 86.
[10] http://dergeradeweg.com/2014/12/31/glaubige-eiferer-vs-eifrige-glaubige/ Siete
preguntas al P. Pfluger.
[11] P. Gaudray, Le Carillon du
Nord, n°170, Febrero de 2015.
[12] B.O. de la Fraternidad San Pio–
Julio de 2013 – N° 251.
[13] Su crimen fue tanto más
intolerable que él anexó a su texto el dibujo que mandó hacer Mons. Lefebvre en
1986 donde Nuestro Señor manda a Juan Pablo II al infierno… El P. Pfluger,
respondiendo a un hermano molesto por esas “canonizaciones”: “No escandalizarse. Es otro concepto de la
santidad respecto al que nosotros concebimos. Pero siempre ha sido así en la
Iglesia, cada papa ha beatificado a su predecesor” (Flavigny, enero de
2014)
[14] Mons. Lefebvre, El golpe maestro de Satanás, 13-10-1974.
[15] Declaración doctrinal de los
tres obispos, 27 junio 2013.
[16] « A fuerza de no vivir como se piensa,
se termina por pensar como se vive… »
[17] Conferencia en Ecône del 8 octubre
1988.
[19] Memorias de Pierre Guillaume,
Plon, 2006, p. 321.