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viernes, 3 de abril de 2015

SEGUNDA DECLARACIÓN DE MÉNZINGEN ACERCA DE LA CONSAGRACIÓN DE MONS. FAURE




¿Por qué en 15 días tenemos dos declaraciones de Ménzingen acerca de esta consagración? La Neo Fraternidad nos tiene habituados al doble lenguaje impuesto por su Superior General, por lo que esta "declaración doble" no nos extraña. 

En la primera declaración, Ménzingen reacciona precipitada e histéricamente, formulando una condena el mismo día de la consagración de Mons. Faure. El fin de este primer comunicado fue congraciarse con Roma, que, de hecho, felicitó de inmediato a la FSSPX por la servil denuncia y condena de la consagración. La segunda declaración, publicada apenas 2 semanas después, está dirigida más bien a los miembros de la FSSPX

Nuestros comentarios en color rojo.

RESPECTO A LA CONSAGRACIÓN DEL PADRE FAURE POR MONS. WILLIAMSON.
3-04-2015   
Nova Friburgo, 19 marzo 2015

Después de la consagración del Padre Jean Michel Faure por Mons. Richard Williamson, el 19 de marzo de 2015 en Nova Friburgo (Brasil), algunos sitios que le son favorables publicaron diversas declaraciones del consagrante y del consagrado exponiendo las circunstancias particulares de esta consagración episcopal, anunciada apenas el día anterior a la víspera, y a la cual no fueron invitados más que un restringido número de sacerdotes y fieles. Estas declaraciones hicieron aparecer algunas de las razones que motivaron esta ceremonia. En los extractos siguientes, los pasajes subrayados en itálicas son de la redacción de DICI.

En su sermón, durante la ceremonia, Mons. Williamson declaró: “Me disculpo que no hayamos querido publicar el anuncio de este evento antes, pero queríamos asegurar la ceremonia y protegerla de algunos impedimentos que podrían surgir, porque este ceremonia no gusta a todos, es evidente”. Poco después, Mons. Faure precisó en una entrevista: La consagración debió ser hecha así para que no fuera impedida. La situación de Mons. Williamson sigue siendo delicada. Se eligió este monasterio por ser un lugar un poco alejado y que facilitara ciertas medidas de seguridad”. Se trata aquí de una alusión al hecho de que Mons. Williamson pudiera ser perturbado en sus desplazamientos, luego de sus declaraciones sobre las cámaras de gas durante la Segunda Guerra mundial. Por supuesto, y es evidente que la discreción que antecedió a la consagración estuvo enteramente justificada.

En el mismo sermón, Mons. Williamson afirmó: “Se puede pedir, preguntar, esperar una señal como Monseñor Lefebvre lo hizo en 1988, pero me parece que la Iglesia no puede subsistir sin obispos que puedan ordenar sacerdotes, confirmar los niños y adultos… En la situación política actual, una Tercera Guerra mundial puede estallar en cada momento; una noticia reciente en mi país, Inglaterra, las armas atómicas han sido preparadas para ser lanzadas sobre Rusia, es una locura, es una locura, pero los hombres, que están locos, tienen el instinto, como liberales, tienen el instinto del suicidio, y la tercera guerra mundial será el producto de ese instinto de suicidio. Y llegará, y ¿cuándo llegara? Es absolutamente impredecible cómo van a desarrollarse los acontecimientos. Es por eso quedar solo yo para confirmar y ordenar… me parece una irresponsabilidad; el mundo no está tranquilo, está muy inestable, no sabemos lo que va a pasar.

En una entrevista posterior, Mons. Williamson ha precisado su pensamiento respondiendo a la pregunta:

“¿Qué lo decidió a llevar a cabo la consagración ahora?” Cada día era más razonable ante la amenaza de la guerra, que está muy cerca de nosotros, y por dos veces ha sido evitada con Siria y con Ucrania, y el Occidente delincuente está provocando a los rusos y llegará el momento en que Putin dirá que es suficiente y atacará”.

En cuanto a la necesidad de sustituir a la FSSPX que, según él, ha traicionado a su fundador, Mons. Faure declaró en una entrevista a Rivarol del 2 de abril: Humanamente hablando, Mons. Fellay da muchas señales de su voluntad firme de incorporarse a la iglesia conciliar. (…) Menzingen pierde toda su autoridad porque ya no es fiel a la verdad.” Noten los lectores la falta de honestidad típicamente menzingeniana que hay en el empleo del verbo “sustituir”. Los Obispos de la Resistencia nunca han hablado de querer “sustituir” a la FSSPX, como Mons. Lefebvre nunca habló de pretender “sustituir” a la Iglesia o al Papa. Lo que motivó la consagración de Mons. Faure es el gravísimo estado de necesidad que existe en la Iglesia, el cual ha comenzado con el Vaticano II, ha subsistido desde entonces y se está agravando hasta niveles increíbles bajo el triste Papado de Francisco. La intención esencial que hay en consagrar un segundo Obispo para la Resistencia católica, es proveer un medio esencial para la conservación de la fe en la peor crisis de la historia de la Iglesia Católica. Leamos de nuevo la pregunta de RIVAROL y la respuesta de Mons. Faure: R. Menzingen condenó, incluso antes que el Vaticano, su consagración, además de hacerlo mucho más firmemente. ¿Qué reacción le inspira esto? Mons. Faure: Menzingen tiene miedo. Pierde toda su autoridad porque ya no es fiel a la verdad. Cuando Monseñor Faure dice que Ménzingen pierde su autoridad, no expresa un deseo (el de "sustituir" a la FSSPX, según Ménzingen), sino que afirma un hecho, lo cual es muy distinto. Tampoco en el Mandatum de la consagración del día 19 de marzo se lee nada respecto a “sustituir” a la FSSPX o alguna cosa parecida a eso, sino que en él la mención de la crisis de la Iglesia como lo que justifica la consagración, es perfectamente clara: “el daño para la Fe parece tal que su supervivencia no puede más ser dejada a depender de un único obispo totalmente anti-modernista. La propia Iglesia le pide a él nombrar un asociado, que será el Padre Jean-Michel Faure”.

Queríamos asegurar la ceremonia y protegerla de algunos impedimentos que podrían surgir”, “Se puede pedir, preguntar, esperar una señal como Monseñor Lefebvre lo hizo en 1988, pero…” , “es absolutamente impredecible cómo van a desarrollarse los acontecimientos”, “humanamente hablando”, estas motivaciones personales pueden parecer, efectivamente, demasiado humanas, también son acompañadas de declaraciones de intención sobrenatural sobre “la defensa de la verdad” y la necesidad de ser los humildes componedores de “la iluminación de emergencia de Mons. Lefebvre” (19 de marzo). Estos motivos contrastan singularmente con la razón de las consagraciones de 1988. Pero hasta acá vemos que las citas que hace Ménzingen acerca de los motivos de la consagración, han sido seleccionadas de modo poco honesto, como lo prueba palmariamente el hecho de omitir nada menos que el Mandatum, así como las partes más importantes del sermón pronunciado por Mons. Williamson en la ceremonia de consagración.

Ecône, 30 junio 1988

Apoyándose en largos extractos del sermón de Mons. Marcel Lefebvre durante la ceremonia del 30 de junio de 1988, el P. Jean-Michel Gleize, profesor de eclesiología del seminario de Ecône, recuerda por qué y cómo el fundador de la FSSPX realizó este importante acto. Se ha cuidado la Neo FSSPX, también en este caso, de seleccionar las citas, omitiendo las partes desfavorables del sermón de Mons. Lefebvre. El lector puede leerlo completo acá.

     1. En una carta de fecha 8 de julio de 1987, Mons. Lefebvre escribió al cardenal Ratzinger: “Una voluntad permanente de destrucción de la Tradición es una voluntad suicida que autoriza, por su mismo hecho, a los verdaderos y fieles católicos a tomar todas las iniciativas necesarias para la supervivencia y salvación de las almas” [1]. Según esto la iniciativa de la consagración de Mons. Faure está claramente autorizada, pues de lo que se trata precisamente es de preservar la Tradición en orden a la supervivencia de la fe y de la consiguiente salvación de las almas. Y el día de las consagraciones, el 30 de junio de 1988, Monseñor regresó sobre este hecho, para concluir en la legitimidad de las consagraciones episcopales: “Es necesario que comprendan bien que esta ceremonia no es un cisma. […]Por el contrario, realizamos esta ceremonia para manifestar nuestra unión con Roma.  Para manifestar nuestra unión con la Iglesia de siempre, con el Papa y con todos los que han precedido a estos Papas que desde el Concilio Vaticano II desgraciadamente, han creído que debían dar su adhesión a los grandes errores que están en trance de destruir la Iglesia y destruir el sacerdocio católico. […] Nos encontramos en un caso de necesidad. [2] Esas palabras se pueden y se deben aplicar a esta nueva consagración.

     2. Se hace aquí la distinción entre el principio mismo de la autoridad en la Iglesia y su ejercicio en circunstancias particulares. Por definición, el papa tiene la misión de dar a las almas los medios de salvarse, es decir, obispos y sacerdotes que prediquen la verdadera fe católica y administren los verdaderos sacramentos según el rito de la Iglesia. Pero por desgracia, desde el concilio Vaticano II, los papas que sucedieron a Pio XII volvieron, si no imposible, por lo menos difícil el recurso normal a estos medios ordinarios de salvación. Y podemos temer legítimamente que, si no se reacciona, los fieles de la Iglesia católica no puedan beneficiarse más de la predicación de la verdadera doctrina ni recibir la gracia de los verdaderos sacramentos: Por lo tanto, hay estado de necesidad, que no solamente vuelve legítimo, sino que reclama la consagración episcopal del 30 de junio de 1988, como medio necesario para la salvación de las almas. Mons. Lefebvre lo explica muy bien: “Me parece oír, mis queridos hermanos, las voces de todos estos Papas, desde Gregorio XVI, Pío IX, León XIII, San Pío X, Benedicto XV, Pío XI y Pío XII, decirnos: «Por caridad, por piedad, ¿qué vais a hacer de nuestras enseñanzas, de nuestra predicación, de la fe católica? ¿Vais a abandonarlo? ¿Vais a dejar que desaparezca de este mundo? Por caridad, por piedad, seguid guardando este tesoro que os hemos dado. ¡No abandonéis a los fieles, no abandonéis a la Iglesia! ¡Seguid trabajando por la Iglesia! […]Si no hacéis algo para continuar esta tradición de la Iglesia que os hemos dado, desaparecerá todo. La Iglesia desaparecerá. Todas las almas se perderán” [3] De nuevo: todo eso, exactamente, es lo que se ha pretendido con la consagración de Mons. Faure.

    3. En efecto, en la Iglesia, toda la ley eclesiástica está ordenada a la salvación de las almas. Si la aplicación habitual de esta ley vuelve difícil, si no imposible, esta finalidad esencial de la ley, nos enfrentamos a lo que la Iglesia llama estado de necesidad. Éste autoriza a todo miembro de la Iglesia a actuar por la salvación de las almas, según sus capacidades y según las gracias que recibe, incluso a pesar del obstáculo que supone la aplicación injusta de la ley eclesiástica hecha por la autoridad. En efecto, dice el Código Canónico: “los fieles tienen el derecho de recibir por parte de los pastores consagrados, la ayuda proveniente de los bienes espirituales de la Iglesia, sobre todo la palabra de Dios y los sacramentos” [4] Esto significa en particular que todo obispo debe usar su episcopado para la salvación de las almas y del bien común de la Iglesia, lo que puede implicar la transmisión del sacerdocio y del episcopado, incluso cuando la autoridad suprema de la Iglesia se oponga a ello de manera injusta. Idem.

    4. Lo que explica la actitud de Mons. Lefebvre y de la FSSPX, no es un apego personal a un bien particular de una obra personal. Es la preocupación de la salvación de las almas, de la unidad de la fe y del culto, que corresponden al bien común de la Iglesia. Lo mismo hay que decir de la Resistencia. Le corresponde notablemente al sucesor de Pedro el asegurar, con los obispos, la salvaguarda ordinaria de este bien común. La iniciativa del 30 de junio de 1988, por ser necesaria en extremo, asegura solamente la supervivencia extraordinaria en un contexto muy particular, donde el sucesor de Pedro ya no actúa como sucesor de Pedro. Esto explica por qué, cumpliendo este acto de consagraciones episcopales aparentemente contrario a la voluntad del Papa, Mons. Lefebvre jamás rechazó continuar entrando en contacto con los representantes de la jerarquía, con el fin de hacer escuchar a Roma la voz pura e íntegra de la Tradición católica, y para que ella pudiera así reencontrar sus derechos en toda la Iglesia. “Por esta razón envié una carta al Papa diciéndole muy claramente: no podemos, a pesar de todos los deseos que tenemos de estar en plena comunión con S. S., y dado este espíritu que reina ahora en Roma y que quieren comunicarnos; preferimos continuar en la Tradición, guardar la Tradición, esperando que esta Tradición reencuentre su puesto en Roma, su puesto entre las autoridades romanas y en el espíritu de estas autoridades romanas. Todo esto durará lo que Dios tenga previsto, no me pertenece el saber cuándo obtendrá de nuevo la Tradición sus derechos en Roma, pero juzgo que es mi deber aportar los medios para llevar a cabo lo que llamaré operación “supervivencia”, operación “supervivencia” de la Tradición. […] Y dotar de otro Obispo a la Resistencia es algo absolutamente necesario para esa “operación supervivencia”, dado que Mons. Fellay se encuentra empeñado en la "operación suicidio" que implica el pretender poner a la FSSPX bajo el poder de la Roma liberal y modernista. Asimismo, dentro de algunos años –yo no lo sé, solamente Dios conoce el número de años que serán necesarios para ese día en que la Tradición encontrará de nuevo sus derechos en Roma- seremos abrazados por las autoridades romanas, que nos darán las gracias por haber mantenido la Fe en los seminarios, en las familias, en las ciudades, en los países, en los conventos, en nuestras casas religiosas, para mayor gloria de Dios y la salvación de las almas”. [5]
     
5. La consagración del 30 de junio de 1988 fue, por lo tanto, un acto de prudencia, un acto inspirado a la vez por la recta la razón y por el Espíritu Santo. Repetir este acto, alegando el hecho de que la FSSPX ha fallado en su papel providencial, supone que esta última ya no da a las almas los medios de salvarse, en particular porque ella ya no predica la verdadera doctrina, simplemente porque ella ya no se opone a los no menos verdaderos errores del Concilio. Nueva redacción tramposala consagración de Mons. Faure se ha hecho considerando, como motivo esencial, no la actual crisis de la FSSPX, sino la actual crisis de la Iglesia, lo cual es clarísimo en el Mandatum, como hemos podido leer. Concretamente, esto supone que la Fraternidad ya no ofrece el único Sacrificio en su rito inalterado, que ella ha adoptado la predicación modernista y ya no se opone a las reuniones interreligiosas inspiradas por un falso ecumenismo, que ella ha adoptado los nuevos catecismos, la nueva eclesiología y todas las novedades conciliares, que ella obra en los hechos -hechos comprobados y no simples suposiciones- la autodestrucción de la Iglesia. La deriva liberal que se evidencia en la FSSPX, lleva a ésta a traicionar su misión providencial, pero puede decirse que, en el actual estado de cosas, tal traición no está consumada sino intentada o en proceso de realización, y que se podrá considerar consumada, por ejemplo, cuando a cambio de alguna indebida concesión por parte de la congregación, Roma levante la suspensión a divinis que todavía pesa sobre los sacerdotes de la Fraternidad. La presente declaración de Ménzingen pretende que la traición de la Fraternidad, por no estar aún consumada, no existe en modo alguno, lo cual es una falacia manifiesta. En la Resistencia afirmamos que la FSSPX se hunde, no que al presente se encuentre enteramente hundida. Y, como en el caso del Titanic, la ineptitud del Comandante es factor determinante en el hundimiento. Ménzingen responde: "no hay ningún hundimiento del Titanic porque todavía flota. Todo sigue igual. Nada ha cambiado porque nada se ha firmado con Roma". Ahora bien, para que no sea un juicio de intención, tal razonamiento debe apoyarse sobre prueba tanto más sólidas como la gravedad del hecho alegado. Lo que significa no bastaría la simple duda y mucho menos la sospecha. La simple duda no puede motivar más que una loca precipitación, y no una prudencia real. Como lo dijo Mons. Lefebvre “si un argumento es dudoso, no tenemos derecho de sacar de él consecuencias enormes”. [6] Para la información de Ménzingen, vamos a decir que la decisión de Mons. Williamson fue tomada hace varios meses y después de años de reflexión. Otra cosa es que la cúpula de la FSSPX se haya enterado a último momento. No se ve cómo pueda haber, por tanto, tal "loca precipitación". En cuanto a lo demás, Ménzingen  nos quiere persuadir de que no hay certezas de la deriva liberal y consecuente traición de la FSSPX, sino meros juicios de intenciones, dudas, sospechas y juicios temerarios. ¡Increíble descaro! Desde el 2012 hemos visto el intento de Mons. Fellay de llegar a un acuerdo práctico con Roma; hemos leído la traidora declaración doctrinal de abril de 2012, redactada, firmada y entregada por el Superior General al Vaticano, y nunca retractada; hemos leído las cartas que al respecto intercambiaron los 3 Obispos y el Consejo General; hemos podido leer también la carta que Mons. Fellay escribió al Papa Benedicto, en la que aquél lamenta que "en el contexto actual de la Fraternidad, la nueva declaración no pasará"; se nos ha informado acerca de la manipulación del Capítulo general del 2012; hemos sido testigos de la expulsión ilegal del Obispo más firmemente opuesto al acuerdo y de decenas de Sacerdotes anti acuerdistas; hemos sabido que Ménzingen ha recurrido a la violación de la correspondencia privada y a otras malas artes semejantes, en su afán represor de opositores al acuerdo; hemos leído las escandalosas declaraciones acuerdistas de los Padres Pfluger y Nely, entre muchos otros; hemos sabido de presiones y otros abusos cometidos en contra de ciertas comunidades religiosas vinculadas a la Fraternidad; nos hemos enterado del programa de visitas de prelados liberales a los seminarios, y un largo y lapidario etcétera. Hay, pues, un cúmulo de hechos precisos, concordantes, graves e indesmentibles que prueban hasta el hartazgo la deriva liberal, la voluntad acuerdista y la traición de la cúpula de la FSSPX.



[1] Mons. Lefebvre, « L’état de nécessité » dans Vu de haut n°13 (otoño 2006), p. 62.
[2] Mons. Lefebvre, « Homilía en Ecône el 30 de junio de 1988 en ocasión de las consagraciones episcopales» en Vu de haut n°13 (otoño 2006), p. 64.
[3] Mons. Lefebvre, « Homilía en Ecône el 30 de junio de 1988 en ocasión de las consagraciones episcopales» en Vu de haut n°13 (otoño 2006), p. 64.
[4] Código de Derecho canónico de 1917, canon 682 et Nuevo Código de 1983, canon 213.
[5] Mons. Lefebvre, « Homilía en Ecône el 30 de junio de 1988 en ocasión de las consagraciones episcopales» en Vu de haut n°13 (otoño 2006), p. 65.

[6] Mons. Lefebvre, Conferencia en Ecône el 16 enero 1979.