PÁGINAS

miércoles, 11 de diciembre de 2013

ASÍ TERMINAN LOS TRAIDORES QUE HACEN ACUERDOS CON ROMA

SYLLABUS.- 



El hoy Obispo Rifán, concelebrando con “el hombre del año” según la revista Time.

AYER


El entonces P. Rifán acompañando a Mons. Lefebvre y Mons. De Castro Mayer.



PALABRAS DE UN TRAIDOR:

“Existen graves razones de Fe para no aceptar la Misa Nueva. 
La Iglesia condenó los errores protestantes. Definió, con infalibilidad, dogmas de Fe sobre la PRESENCIA REAL de Jesucristo en la Santísima Eucaristía, sobre el SACERDOCIO JERÁRQUICO distinto del de los simples fieles, sobre el SANTO SACRIFICIO DE LA MISA. 
La Iglesia condenó a aquellos que dicen que la Misa debe ser celebrada solamente en lengua vernácula (en español en nuestro caso) (Conc. de Trento). 
La Iglesia reprobó a los que quieren que la Consagración sea en voz alta (Conc. de Trento y Pío VI). 
La Iglesia reprobó el altar en forma de mesa (Pío XII). 
Ahora, en la Misa Nueva, los errores que la Iglesia me enseñó a reprobar hoy en día son tenidos como ciertos y aprobados. Aún más. Los dogmas de fe arriba citados no son más tan explícitos como lo eran en la Misa Tradicional y eso es tan evidente que los protestantes, que jamás toleraron la Misa Tradicional (Lutero la llama abominable), afirmaron que, con la Misa Nueva, teológicamente es posible que ellos celebren su cena con las mismas oraciones de la liturgia reformada de la Iglesia Católica (cf. Max Thurian, La Croix, 30-05-1969). ¿No es sintomático? 
¿Será que podemos conservar la fe y agradar a Dios ofreciéndole un culto tan ambiguo que agrada también a sus enemigos y hacer de este culto el centro de nuestra vida, como debe ser la Santa Misa? 
¿Puede una autoridad, por suprema que sea, imponernos algo que es contra la Fe nuestra y que es ofensivo a Dios, Nuestro Señor? 
He aquí el dilema para todo buen católico: o sacrificar la Fe y la Tradición en nombre de la obediencia, o mantenerse firme en la Fe y en la Tradición, obedeciendo a lo que fue siempre enseñado por la Santa Iglesia y por eso ser acusado de rebelde y de desobediente!
San Pablo ya nos advirtió: "Pero, aunque nosotros mismos o un ángel del Cielo os anuncie un Evangelio diferente de aquél que os hemos anunciado, sea anatema" (Gál. 1, 8). 
No se trata de desobediencia o de rebeldía. Trátase de fidelidad y lealtad a la Fe de nuestro Bautismo y, por tanto, a la cátedra de Pedro y a la Santa Iglesia. 
Se puede caer en herejía o favorecerla, por palabras o por hechos, y los herejes siempre procuraron manifestar en la liturgia sus errores. Así por ejemplo en el tiempo de la herejía monofisita que negaba las dos naturalezas en Jesucristo, los herejes, cuando celebraban la Misa, no colocaban la gotita de agua en el vino, en el ofertorio, porque esto significa también la naturaleza humana de Cristo unida a la naturaleza divina. Si un sacerdote, en aquella época, hubiese celebrado la Misa así, habría estado haciendo, por este simple gesto, una profesión de fe herética terriblemente ofensiva a Dios y ninguna autoridad podría obligarlo a eso porque era una cuestión de fe. 
El Papa León XIII afirmó en la encíclica "Satis Cognitum": "Nada podría ser más peligroso que estos herejes que conservando en todo lo demás la integridad de la doctrina, por una sola palabra, como por una sola gota de veneno, corrompen la pureza y la simplicidad de la Fe que nosotros recibimos de la Tradición de Nuestro Señor y, después, de los Apóstoles". 
La obediencia es una virtud moral, inferior a la Fe, que es una virtud teologal. La obediencia está condicionada a la Fe. La Fe no tiene límites. La obediencia los tiene. Obedecer es hacer la voluntad de Dios expresada por la voluntad de los superiores, representantes de Dios. Pero si la orden de los superiores se manifiesta en contradicción con la voluntad de Dios, entonces vale aplicar la frase de San Pedro: "Es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hechos, 5, 29). 
P. FERNANDO AREAS RIFAN






HOY


El hoy Obispo Rifán, concelebrando con “el hombre del año” según la revista Time.

Cuando Campos firmó su acuerdo de tipo práctico con Roma, en una entrevista al Avvenire  el 19 de enero de 2002 (al día siguiente del acuerdo), el “teólogo de la Casa Pontificia”, el dominico Cottier declaró:
“Hay mucho más en la resistencia de los denominados lefebvrianos, que la Misa de San Pio V: está el rechazo del concilio… De allí que la primera condición impuesta a todos los lefebvrianos arrepentidos, haya sido siempre el pleno reconocimiento de la autoridad del Vaticano II”… “será de desear que; poco a poco, den otros pasos, como por ejemplo, que participen en concelebraciones del rito reformado. Pero no tengamos prisa”.
Así que el acuerdo (llamado por Rifán “reconocimiento”) fue práctico nada más en apariencia, pues implicó una aceptación del Vaticano II (con todo lo que conlleva). Además, implicó graduales cesiones doctrinales ulteriores, como la aceptación del “rito reformado”, es decir, protestantizado de Paulo VI, pasando por la “concelebración”, la cual tiene en su contra toda la Tradición de la Iglesia. 
Y recordemos cómo la Fraternidad, con las condiciones del capítulo del 2012 y con la Declaración por el 25 aniversario de las Consagraciones Episcopales, deja la puerta abierta al acuerdo práctico.
Y ahora en su última entrevista a DICI Mons. Fellay pone a la Misa tradicional como medio para restaurar la Iglesia, sin mencionar que se debe rechazar el Vaticano II. Es que él antes dijo que lo acepta en un 95%, es decir, prácticamente en su totalidad. Lo cierto es que necesitamos pastores resueltos a acabar con el venenoso y diabólico concilio, a cortar de raíz ese pésimo árbol lleno de espinas y de frutos amargos que destruye la Iglesia. Sin esto, la Misa tridentina por sí sola y -para colmo- coexistiendo pacíficamente con el "rito bastardo" (cosa que aceptó la Neo-FSSPX), no revertirá el actual desastroso estado de cosas... y la Neo-FSSPX seguirá siendo arrastrada por Mons. Fellay hacia el camino del Judas Rifán.
 Algo más sobre Mons. Areas Rifán, por Dom Tomás de Aquino: