PÁGINAS

miércoles, 27 de febrero de 2013

PREGUNTAS Y RESPUESTAS…RESPONDIDAS


SYLLABUS




¡Pobre Monseñor Lefebvre! Zarandeado por unos y otros para justificarse, lo llevan de un lado a otro como bandera disputada por dos hinchadas rivales. Dos hinchadas que atacan al mismo enemigo común, no al liberalismo de Monseñor Fellay, sino bajo distintas acusaciones, a Monseñor Williamson, expulsado por Monseñor Fellay por oponerse a su liberalismo. Unos lo utilizan para hacer ver que Mons. Lefebvre es como ellos, es decir, durísimo, inflexible, severo, intemperante, implacable. Otros, para descubrirlo blando, amistoso, dialogante, conciliador, buenudo, como ellos.

Es así como en el blog “La Honda de David” se cita un artículo reciente de “Radio Cristiandad”, donde se hacen una serie de preguntas que el articulista del primer blog citado se ocupa de responder.

Por nuestra parte, equidistantes de unos y otros, respondemos a dos bandas en este artículo (van en color rojo nuestros comentarios y respuestas) lo que consideramos errado, discutible o polémico.



febrero 24, 2013

Preguntas y respuestas…


Las preguntas están destinadas a Mons. Williamson por quienes son más revolucionarios que él ¿Monseñor Williamson, revolucionario? ¿Qué entiende el autor de la nota por “revolucionario? ¿Cuál es el pensamiento revolucionario de Mons. W.? ¿O será que ser un revolucionario para este escriba es ser un “revoltoso”? ¿Pensará lo que escribe? (nunca fue más de aplicación la frase de que "la revolución como Saturno se come a sus propios hijos", quién iba a decirlo aplicado a tradicionalistas) pero nos permitimos responderlas, no por el interpelado que a estas alturas ya no sabrá cómo hacerlo ¿a qué viene esta agresión insensata para con un obispo católico expulsado de su congregación por enfrentar al liberalismo del Superior General? Tal vez sea que el autor es un liberal y entonces el católico tradicional resulta ser un “revolucionario” al que hay que denostar por ser su mayor enemigo, sino por el aludido, nada menos que Mons. Lefebvre:

1.- ¿Habría aceptado y defendido M. Lefebvre el peyorativo y odioso Motu Proprio del 7 de julio de 2007 que dio carta de soberanía a la misa de Paulo VI y redujo a un plano inferior a la Misa de siempre y que para mayor desfachatez afirmaba que las dos representaban la misma fe?

Sí, porque no se trata de aceptar el “Motu proprio” y sus contenidos equívocos, sino de la libertad para oficiar la Misa tradicional, la cual estaba de hecho prohibida hasta ese entonces.

Primero, a cierta altura de su vida Mons. Lefebvre había comprendido muy bien lo que eran los modernistas de Roma y sus trampas. Pero en cierto momento de su vida –antes- no lo advirtió del todo y por eso hizo algo peor que aceptar tal motu proprio, como fue firmar el protocolo de acuerdo con Roma en 1988, cosa de la cual se arrepintió enseguida y dio marcha atrás. Los que hoy despedazan a Mons. Williamson porque “sólo empezó a oponerse en el 2010” hoy parecen olvidarse de aquello. Probablemente habrían dicho “Monseñor Lefebvre sólo empezó a oponerse a Roma en serio en 1988” o algo parecido.
Por lo tanto puede decirse que en un principio Mons. Lefebvre podría haberse deslizado hacia esa trampa –como cayó también en parte Mons. Williamson-, pero el posterior Mons. Lefebvre no lo habría hecho. Nadie es infalible, sólo el Papa como sabemos en determinadas circunstancias.
Segundo, no puede aceptarse el motu proprio por la mitad, o se lo acepta todo o se lo rechaza todo. Si bien tiene una parte buena –la que permite a todos los sacerdotes celebrar la Misa tradicional-, esa parte está condicionada por la parte mala, que subordina esa misa y la usa como excusa para glorificar la mala misa. El documento –que es uno y no dos documentos y por tanto indivisible- sirve para tolerar por parte de Roma un bien que no quieren –la Misa tradicional, pero les da pie para aprobar un mal mayor –la Misa nueva-, por lo tanto es inadmisible su aceptación, pues es más el mal que el bien que se obtiene, aunque eso no impide que se pueda reconocer que en los papeles el documento tiene una parte buena.

2.- ¿Habría pedido, aceptado y agradecido M. Lefebvre, el levantamiento de las inexistentes excomuniones de enero de 2009, con un Te Deum incluido?

Sí, porque aunque no es la declaración de nulidad que hubiera correspondido, al menos es un acto que, sin que Roma pierda la apariencia de “certeza jurídica” en sus mandatos, restablece la justicia.

Es sabido que Monseñor Williamson no firmó la carta del pedido de levantamiento de las excomuniones, presentado en realidad por Mons. Fellay como un pedido de retiro del decreto de las excomuniones, cosa distinta (eso es lo que hizo público Mons. Fellay, no sabemos del todo en efecto qué pidió a Roma y si Roma le concedió lo que pidió). Mons. Williamson es crítico de su posición tomada entonces y ha reconocido la insuficiencia de su postura. Seguramente Mons. Lefebvre –en especial el más crítico de sus últimos años- no habría pedido ni agradecido nada y se habría opuesto con firmeza. Por otra parte, tal fantochada –la de levantar unas excomuniones que no existen- no restablece ninguna justicia, sino que da la “apariencia” de una justicia. Pero la mentira no trae la justicia. En nuestra opinión tal acto ha sido sumamente grave y hoy se pagan las consecuencias con la disolución de la Fraternidad.


3.-¿Habría aceptado M. Lefebvre la farsa de las discusiones doctrinales con los que usted llama hoy irónicamente: “nuestros nuevos amigos de Roma”?

Sí, porque testimoniar frente a quien sea de la Verdad no es ninguna falta, aunque finalmente no tuvieran ningún resultado (pero esto no se podía asegurar a priori)

Monseñor Lefebvre buscó durante muchos años intentar que Roma volviese a la Tradición. En un punto llegó a decir que había ido demasiado lejos y cortó toda relación. Ahora bien, algunos pueden haber pensado que simplemente con estas conversaciones doctrinales iban a proclamar la verdad en Roma y luego, tras unos resultados negativos, se iba a cortar la relación. Fue una táctica mala. El tiempo demostró que estos diálogos sólo sirvieron para dilatar la situación mientras se ablandaba a los tradicionalistas. Desde luego que fue un error. Y de acuerdo a la última posición de Monseñor Lefebvre, muy difícilmente hubiera caído en esta trampa. Seguramente que no. Pero…Monseñor Lefebvre hay uno solo, y al fin y al cabo él también tardó su tiempo en comprender que Roma sólo quería destruir la tradición. Lo importante es si ha habido en algunos o no una rectificación de esto. Si se persiste en esto o no. Decir que Monseñor Williamson busca un acuerdo con Roma es faltar a la verdad (tal cosa ha hecho recientemente la Radio Cristiandad en otro artículo reseñado en más de un blog). Si es por encontrar fallas en los otros, los implacables de la citada Radio no dejarían de aporrear a San Pedro, a San Agustín o a David por sus grandes pecados. Pero lo importante es si se repusieron de ellos y no los volvieron a cometer.
También hay que decir que es cierto que “testimoniar la verdad” no es ninguna falta, y que el error está en dar la verdad a quien no da muestras de quererla. Pero esta es una cuestión opinable, pues ¿siempre se está seguro de lo que el otro quiere o no?
Digamos también que la “farsa” de las “discusiones doctrinales” es algo que quizás pueda decirse ahora, pero tal vez no fuera tan claro entonces. Es otra cuestión muy opinable, aunque ciertamente las reservas frente a los modernistas debieron ser mayores, lo que hace ver una falta de aprendizaje de la experiencia sufrida por Monseñor Lefebvre. 

4.-¿Habría tolerado M. Lefebvre la muy bien calificada por el P. Ceriani de funesta frase: “la preciada regularización que solamente Roma tiene el poder de otorgar” ?

Sí, porque nadie puede preferir una situación de irregularidad (canónica) en la que se está, cuando las causas de dicha situación cesan; y porque la regularización sólo la puede otorgar Roma en virtud del primado que Cristo le dio a Pedro.

La frase aludida está aplicada mal (no diremos maliciosamente, pues no pretendemos leer el corazón de nadie, aunque no sería descabellado pensar eso, visto el tono cada vez más rabioso usado en la Radio Cristiandad) porque Mons. Williamson la utiliza en su “Comentario Eleison” de donde está extraída de manera irónica, pues es una pregunta que haría alguien que quisiera acordar con Roma poniendo entre paréntesis la doctrina para hablar más adelante de ella, como haría posteriormente Monseñor Fellay, y lo que hace Mons. Williamson en ese comentario es resaltar la primacía de la doctrina por sobre todo. Por lo tanto la pregunta donde se incluye la citada frase no la hace a título personal. Hay un matiz que no se distingue en la utilización de esta frase la cual sacada de tal contexto puede usarse para confundir. Decía Napoléon “Denme una carta de un hombre inocente y yo lo volveré culpable”. En todo caso lo que podría achacársele en tal artículo a Mons. Williamson es su credulidad con respecto a Monseñor Fellay, pero no aquello de que Radio Cristiandad lo quiere acusar usando mal esa frase.
Por lo tanto no puede discutirse acerca de una frase sacada del contexto y usada irónicamente por Mons. Williamson para reflejar el pensamiento de algunos semiliberales o liberales en la Fraternidad.
La respuesta dada en el otro blog a esta pregunta se equivoca con respecto a que las causas (el estado de necesidad) cesan para tal irregularidad de la Fraternidad, como si Roma hubiese vuelto a la Tradición. Eso es lo que postuló Monseñor Lefebvre más allá de las consagraciones episcopales, en aquel famoso texto donde afirmó que sólo volvería a dialogar con Roma si ésta aceptaba todas las encíclicas de los anteriores papas antimodernistas. Por otra parte quien está en situación irregular con respecto a la doctrina católica es la Roma modernista, y es ella quien debe buscar de regresar a la regularización.

5.- ¿En el hipotético caso de que M. Lefebvre hubiese “metido la pata” en alguno de los cuatro puntos anteriores que he copiado “al pie de la letra” del P. Ceriani, porque “errare humanus est”, no habría tenido la valentía y por que no decirlo la humildad de retractarse para culminar la frase de Séneca: “sed perseverare diabolicum”?.

Todo esto es hipotético y además de imposible verificación puesto que el aludido ya no está entre nosotros. De nada sirve especular.

Al respecto Monseñor Williamson ha reconocido sus errores (en las circunstancias y ante quién él ha aceptado hacerlo) y no solo en los puntos controversiales del artículo, sino también en otras ocasiones, como en el famoso asunto de la televisión sueca. Tal vez lo que esperen algunos de esos energúmenos arrebatados que se dedican a la burla frenética -último recurso que les queda- es que Monseñor Williamson se dirija personalmente a ellos y postrado a sus pies los ensalce “por no haberse equivocado nunca” o “haber sido los primeros en ver el liberalismo de Mons. Fellay”. Probablemente -a la manera judaica- quisieran que Monseñor se humille ante ellos una y otra vez, ante ellos tan "superiores".  Pero esto, coincidimos con el otro bloggero, es hipotético.