El pasado sábado, el Vaticano informó acerca de los nuevos nombramientos que hizo el Papa Francisco en importantes puestos de la Iglesia: un teólogo crítico de la encíclica pro-vida Humanae Vitae, una atea pro-aborto, dos rabinos y varios musulmanes son algunos de los nuevos miembros de la Pontificia Academia Para la Vida.
Los nombramientos cayeron como un jarro de agua fría para varios defensores de Francisco, que venían justificando todas sus acciones, pero esto ya fue demasiado. Sus detractores, lejos de sorprenderse, ven esto como una más de las acciones destructivas que el Pontífice viene realizando cada día, aunque cada vez con menos disimulo.
La Academia Pro Vita fue creada por San Juan Pablo II para luchar contra la cultura abortista en el mundo. La prestigiosa institución comenzó su debacle en tiempos de Francisco, con declaraciones poco convincentes y con una flexibilización de la postura frente al aborto.
Si bien el deterioro comenzó desde el primer día del papado de Francisco, muchos se dieron cuenta de lo que estaba pasando cuando la cuenta de Twitter de la Academia subió una publicación relativizando la importancia de que el catolicismo defiende la vida.
“Cuidado: lo que hoy es disidencia, puede cambiar. No es relativismo, es la dinámica de la comprensión de los fenómenos y la ciencia: el Sol no gira alrededor de la Tierra. De lo contrario, no habría progreso y todo se detendría. Incluso en teología. Piénsalo. La cuestión de la vida no es cuestión de tomar posiciones fundamentalistas con la ideología, sino de abrir el debate dentro de la comunidad de teólogos morales”, escribieron en julio de este año.
La poca credibilidad histórica que le quedaba a la institución ahora se ha hundido definitivamente con los nuevos nombramientos.
Empecemos por monseñor Philippe Bordeyne, un teólogo francés abiertamente crítico de la Humanae Vitae de San Pablo VI. Básicamente, un hombre que critica la base teológica que edifica la Academia será ahora parte de su Consejo Directivo.
En 2015, por ejemplo, Mons. Bordeyne afirmó que “sería razonable dejar el discernimiento de los métodos de control de la natalidad a la sabiduría de las parejas”, incluyendo entre estas opciones el aborto, y pidió que la Iglesia rechace la postura “absolutista” en contra de la práctica.
Otro de los nuevos miembros que llama la atención es Mariana Mazzucato, atea y promotora pública de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030, que atacan explícitamente a la vida, la familia y los valores cristianos.
Mazzucato, presidente del Consejo sobre la Economía de la Salud para Todos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y ex miembro del Consejo de la Agenda Global sobre la Economía de la Innovación del Foro Económico Mundial no sólo es una orgullosa atea, sino que es una auto-denominada socialista, y fue miembro del Comité Asesor Económico del Partido Laborista Británico, trabajando directamente con los líderes laboristas de extrema izquierda de ese momento, Jeremy Corbyn y John McDonnell.
La ítalo-estadounidense recientemente estuvo de visita en Argentina, donde se reunió con el ministro Daniel Filmus, y en una conferencia que dieron en conjunto esbozó un enorme apoyo a las políticas del kirchnerismo, que han llevado al país a una inflación récord, pobreza extrema y completa vulneración de derechos.
La economista ha hecho varias publicaciones en sus redes sociales que demuestran lo radical de su pensamiento socialista, su defensa del aborto y su burla y critica constante no sólo a los valores cristianos sino a la Iglesia en sí misma. Su designación fue la gota que rebalsó el vaso para muchos, incluso adeptos del Sumo Pontífice, que salieron a criticarlo abiertamente.
Tan solo unos meses atrás, cuando se derogó Roe v. Wade en Estados Unidos, la jurisprudencia que despenalizaba el aborto a nivel federal en Estados Unidos, compartió un video de la comunista radical Ana Kasparian en su segmento en el programa The Young Turks.
En un tweet comentó “¡es tan bueno!” a un discurso repleto de insultos a la propia Iglesia Católica, apoyo explícito al aborto y a otras medidas de control de natalidad, y al ateismo que dio Kasparian tras la noticia.
También ha llamado la atención el nombramiento de Saad Al-Din Mosaad Helaly, profesor de Jurisprudencia Islámica en la Universidad Al-Azhar de El Cairo, Egipto. Otro hombre crítico de la Iglesia Católica que ni siquiera es cristiano, si no que es un ferviente musulmán, seguidor del Corán.
Cuando los nombramientos fueron publicados, diversos académicos cristianos protestaron, como el reconocido médico católico José María Simón Castellvi, presidente emérito de la Federación Internacional de Asociaciones de Médicos Católicos. Castellvi criticó con dureza los nombramientos, y tildó a los nuevos funcionarios del Vaticano como “académicos abortistas, defensores de la eutanasia y detractores de la Humanae Vitae”.
Desde el equipo de comunicación del Papa salieron a defender lo indefendible y justificaron los nombramientos de Francisco alegando la necesidad de “incluir a mujeres y hombres con experiencia en varias disciplinas y de diferentes orígenes, para un constante y fructífero diálogo interdisciplinario, intercultural e interreligioso”.
Basándose en este último concepto, el interreligioso, trataron de justificar la hereje inclusión de creyentes de otras fes. “Por eso entre los académicos también hay no católicos: dos rabinos, un Académico sintoísta, musulmanes, y un teólogo anglicano”, aseguraron.
Lo que nadie pudo defender hasta ahora es el nombramiento de Mazzucato, pero quizás su defensa de la Agenda 2030 y su postura progresista es de agrado del Pontífice. Lo cierto es que Francisco está llenando los puestos claves del Vaticano con socialistas, comunistas y defensores de todo aquello que va en contra de los valores cristianos.