PÁGINAS

jueves, 26 de abril de 2018

P. NITOGLIA: LA REPROBACIÓN DE ISRAEL SEGÚN LAS PARÁBOLAS DEL EVANGELIO DE SAN MATEO LEÍDAS A LA LUZ DE LA EPÍSTOLA A LOS ROMANOS






Introducción

En la primera parte del artículo hemos visto que, según el padre Severiano del Páramo, San Pablo en su Epístola a los Romanos (XI, 5 ss.) parece hacer un comentario verdadero y propio sobre estas parábolas de Cristo reportadas por San Mateo (Comentario sobre el Evangelio según Mateo, cit., pp. 324). Ahora veamos lo que revela San Pablo, divinamente inspirado, tratando de entender su significado con la ayuda del Comentario de Santo Tomás de Aquino a la Epístola a los Romanos.

I El texto de San Pablo


1.     Epístola a los Romanos (IX, 1-33)


Digo verdad en Cristo, dando testimonio mi conciencia en el Espíritu Santo, de que no miento: 2 siento tristeza grande y continuo dolor en mi corazón. 3 Porque desearía ser yo mismo anatema de Cristo por mis hermanos, deudos míos según la carne, 4 los israelitas, de quienes es la filiación, la gloria, las alianzas, la entrega de la Ley, el culto y las promesas; 5 cuyos son los padres, y de quienes, según la carne, desciende Cristo, que es sobre todas las cosas, Dios bendito por los siglos. Amén. 6 No es que la palabra de Dios haya quedado sin efecto; porque no todos los que descienden de Israel, son Israel7 ni por el hecho de ser del linaje de Abrahám, son todos hijos; sino que "en Isaac será llamada tu descendencia". 8 Esto es, no que los hijos de la carne son hijos de Dios, sino que los hijos de la promesa son los considerados como descendencia. 9 Porque ésta fue la palabra de la promesa: "Por este tiempo volveré, y Sara tendrá un hijo." 10 y así sucedió no solamente con Sara, sino también con Rebeca, que concibió de uno solo, de Isaac nuestro Padre. 11 Pues, no siendo aún nacidos (los hijos de ella), ni habiendo hecho aún cosa buena o mala -para que el designio de Dios se cumpliese, conforme a su elección, no en virtud de obras sino de Aquél que llama- 12 le fue dicho a ella: "El mayor servirá al menor"; 13 según está escrito: "A Jacob amé, mas aborrecí a Esaú." 14 ¿Qué diremos, pues? ¿Qué hay injusticia por parte de Dios? De ninguna manera. 15 Pues Él dice a Moisés: "Tendré misericordia de quien Yo quiera tener misericordia, y me apiadaré de quien Yo quiera apiadarme." 16 Así que no es obra del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. 17 Porque la Escritura dice al Faraón: "Para esto mismo Yo te levanté: para ostentar en ti mi poder y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra." 18 De modo que tiene misericordia de quien Él quiere; y a quien quiere, lo endurece. 19 Pero me dirás: ¿Y por qué entonces reprende? Pues ¿quién puede resistir a la voluntad de Él? 20 Oh, hombre, ¿quién eres tú que pides cuentas a Dios? Acaso el vaso dirá al que lo modeló: "¿Por qué me has hecho así?" 21 ¿O es que el alfarero no tiene derecho sobre el barro para hacer de la misma masa un vaso para honor y otro para uso vil? 22 ¿Qué, pues, si Dios, queriendo manifestar su ira y dar a conocer su poder, sufrió con mucha longanimidad los vasos de ira, destinados a perdición, 23 a fin de manifestar las riquezas de su gloria en los vasos de misericordia, que Él preparó de antemano para gloria, 24 a saber, nosotros, a los cuales Él llamó, no sólo de entre los judíos, sino también de entre los gentiles? 25 Como también dice en Oseas: "Llamaré pueblo mío al que no es mi pueblo, y amada a la no amada”. 26 Y sucederá que en el lugar donde se les dijo: No sois mi pueblo, allí mismo serán llamados hijos del Dios vivo. 27 También Isaías clama sobre Israel: "Aun cuando el número de los hijos de Israel fuere como las arenas del mar, sólo un resto será salvo; 28 porque el Señor hará su obra sobre la tierra rematando y cercenando." 29 El mismo Isaías ya antes había dicho: "Si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado una semilla, habríamos venido a ser como Sodoma y asemejados a Gomorra." 30 ¿Qué diremos en conclusión? Que los gentiles, los cuales no andaban tras la justicia, llegaron a la justicia, a la justicia que nace de la fe; 31 mas Israel, que andaba tras la Ley de la justicia, no llegó a la Ley. 32 ¿Por qué? Porque no la buscó por la fe, sino por las obras, han tropezado en la piedra del escándalo, 33 como está escrito: He aquí que pongo en Sión una piedra de tropiezo, y piedra de escándalo: y todo aquél que cree en Él no será confundido.

2.     Epístola a los Romanos (XI, 1-32)


1 Pregunto entonces: ¿Ha desechado Dios a su puebloNo, ciertamente, puesto que yo también soy israelita, del linaje de Abrahám, de la tribu de Benjamín. 2 No ha desechado Dios a su pueblo, al cual preconoció. ¿Acaso no sabéis lo que la Escritura dice de Elías?, cómo él arguye con Dios contra Israel: 3 "Señor, ellos han dado muerte a tus profetas, han destruido tus altares; y yo he quedado solo, y ellos buscan mi vida." 4 Mas ¿qué le dice la respuesta divina?: "Me he reservado me he siete mil hombres, que no han doblado la rodilla ante Baal." 5 Así también en el tiempo presente ha quedado un resto según elección gratuita. 6 Y si es por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia dejaría de ser gracia. 7 ¿Qué, pues? Que lo que Israel busca, eso no lo alcanzó; pero los escogidos lo alcanzaron, mientras que los demás fueron endurecidos, 8 según está escrito: "Dióles Dios un espíritu de aturdimiento, ojos para no ver, y oídos para no oír, hasta el día de hoy." 9 Y David dice: "Conviértase su mesa en lazo y trampa, en tropiezo y en justo pago; 10 oscurézcanseles sus ojos para que no vean, y doblégales, tú, siempre la espalda." 11 Ahora digo: ¿Acaso tropezaron para que cayesenEso no; sino que por la caída de ellos vino la salud a los gentiles para excitarlos (a los judíos) a emulación. 12 Y si la caída de ellos ha venido a ser la riqueza del mundo, y su disminución la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plenitud? 13A vosotros, pues, los gentiles, lo digo -en tanto que soy yo apóstol de los gentiles, honro mi ministerio- 14 por si acaso puedo provocar a celos a los de mi carne y salvar a algunos de ellos. 15 Pues si su repudio es reconciliación del mundo, ¿qué será su readmisión sino vida de entre muertos? 16 Que si las primicias son santas, también lo es la masa; y si la raíz es santa, también lo son las ramas. 17 Y si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú siendo acebuche, has sido ingerido en ellas, y hecho partícipe con ellas de la raíz y de la grosura del olivo, l8 no te engrías contra las ramas; que si te engríes (sábete que), no eres tú quien sostienes la raíz, sino la raíz a ti19Pero dirás: Tales ramas fueron desgajadas para que yo fuese injertado. 20 Bien, fueron desgajadas a causa de su incredulidad, y tú, por la fe, estás en pie. Más no te engrías, antes teme. 21 Que si Dios no perdonó a las ramas naturales, tampoco a ti perdonará. 22 Considera, pues, la bondad y la severidad de Dios: para con los que cayeron, la severidad; mas para contigo, la bondad de Dios, si es que permaneces en esa bondad; de lo contrario, tú también serás cortado. 23 Y en cuanto a ellos, si no permanecen en la incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para injertarlos de nuevo. 24 Porque si tú fuiste cortado de lo que por naturaleza era acebuche, y contra naturaleza injertado en el olivo bueno, ¿cuánto más ellos, que son las ramas naturales, serán injertados en el propio olivo? 25 No quiero que ignoréis, hermanos, este misterio -para que no seáis sabios a vuestros ojos: el endurecimiento ha venido sobre una parte de Israel hasta que la plenitud de los gentiles haya entrado; 26 y de esta manera todo Israel será salvo; según está escrito: "De Sion vendrá el Libertador; Él apartará de Jacob las iniquidades; 27 y ésta será mi alianza con ellos, cuando Yo quitare sus pecados." 28 Respecto del Evangelio, ellos son enemigos para vuestro bien, más respecto de la elección, son amados a causa de los Padres. 29 Porque los dones y la vocación de Dios son irrevocables. 30 De la misma manera que vosotros en un tiempo erais desobedientes a Dios, mas ahora habéis alcanzado misericordia, a causa de la desobediencia de ellos, 31 así también ellos ahora han sido desobedientes, para que con motivo de la misericordia (concedida) a vosotros, a su vez alcancen misericordia. 32 Porque a todos los ha encerrado Dios dentro de la desobediencia, para poder usar con todos de misericordia.

Il Comentario de Santo Tomás de Aquino


El Doctor Común u Oficial de la Iglesia, Santo Tomás de Aquino, en su Comentario a la Carta a los Romanos (Roma, Cittá Nuova, 1994, 2° vol., cap. IX, vv. 1-33, pp. 17-55) escribe:


“El Apóstol de los Gentiles tomando la ocasión de que creyéndose seguros los Judíos de las divinas complacencias, eran excluidos de la gracia, y en cambio los Gentiles eran admitidos a ella, habiendo sido primero ajenos a Dios […] muestra el Apóstol su afecto al pueblo Judío, no sea que parezca que es por odio lo que ya dijo. […] Habiendo mostrado el Apóstol la dignidad de los Judíos, ahora enseña que tal dignidad no les pertenece a quienes descienden carnalmente de los antiguos Padres, sino a la descendencia espiritual que ha sido escogida por Dios, que creía en el Mesías ya venido. […] los Judíos se gloriaban principalmente: por causa de Abraham, que fue el primero en recibir el pacto de la circuncisión por el Señor (Gén. 17, 10), y por causa de Jacob o Israel, cuya posteridad entera se cuenta dentro del pueblo de Dios. Mas no fue así con Isaac, porque la posteridad de su hijo Esaú no pertenecía al pueblo de Dios. Por lo cual el Apóstol explica que no todos los que son Israel por la circuncisión, o sea engendrados de Jacob según la carne, no todos ellos son israelitas, a quienes pertenecen las promesas de Dios, sino los que son rectos en Dios mediante la fe (Is., XLIV, 2). Lo segundo es mostrar lo mismo por parangón con Abraham, diciendo: Ni todos los que son del linaje carnal de Abraham vienen a ser hijos espirituales de Abraham, a quienes Dios les reiterara su bendición, sino tan sólo aquellos que su fe y sus obras imitan. Si fuerais hijos de Abraham haríais las obras de Abraham (Jn 8,39). […]No todos los que nacen carnalmente de Abraham pertenecen a su linaje, al que se le hizo la reiteración de la promesa (Gál. 3,16) sino a aquellos que son semejantes a Isaac y no a Esaú. […] De lo cual el Apóstol deduce aquí que no son adoptados como hijos de Dios los que son hijos de la carne, o sea, por el hecho de que según la carne sean de la descendencia de Abraham, sino que son considerados como descendencia aquellos a quienes se les hiciera la promesa, los hijos de la promesa, esto es, aquellos que permanecen hijos de Abraham en el orden de la semejanza de la fe del Mesías, Jesucristo. […] Y es de notar que esto lo endereza el Apóstol contra los Judíos, que pensaban obtener para sí la justicia de Dios por los méritos de los padres; por lo cual también Juan les decía a los Judíos: Y no creáis que podéis decir dentro de vosotros: Tenemos por padre a Abraham. Así es que contra la opinión de ellos primero argumentaba que de los hijos de Abraham, uno era elegido y el otro reprobado. […] La gracia de Dios se da a los hombres por la divina elección, gratuitamente y dicha elección o vocación no sólo pertenece a los Judíos según pudieran ellos mismos gloriarse (Deuteronomio 4,37), sino también a los Gentiles. […] Digo que los Gentiles han abrazado, esto es, han conseguido, la justicia por la que son llamados hijos de Dios (I Co VI, 11; Efes. II, 12). […] Mas Israel, esto es, el pueblo de los Judíos, no llegó a la ley de la justicia. Se llama ley de justicia la ley del Espíritu Santo, por la cual son justificados los hombres, a la cual no llega el pueblo de los Judíos… porque no andaban por el camino debido. Y esto lo expresa así: Porque no por la fe de Cristo trataban de ser justificados, sino como por las obras de la Ley."

En segundo lugar, escribe Santo Tomás de Aquino al comentar el capítulo once de la Epístola a los Romanos:

“El Apóstol dice ser digna de compasión la caída de los Judíos, mas no totalmente excusable. Aquí enseña que la caída de los Judíos no es universal. Dios no ha rechazado totalmente al pueblo de los Judíos y lo prueba escribiendo: Puesto que yo también, que vivo en la fe de Cristo, soy israelita por estirpe carnal (2Co XI ,22). […] En segundo lugar muestra que aquel pueblo no ha sido desechado por Dios debido a sus elegidos, como sucedió en tiempos del profeta Elías, cuando Dios se reservó para Sí siete mil elegidos no permitiendo que perdieran la fe y cayeran en pecado. […]: Así también en el tiempo presente, en el que se ve desviarse a la multitud del pueblo, una reserva, un resto, han sido salvos, conforme a la elección de la gracia de Dios, o sea, según la gratuita elección de Dios. […] Habiendo mostrado el Apóstol que la caída de los Judíos no es universal, aquí empieza por enseñar que tal caída no es tampoco inútil ni irreparable. […]De hecho, Dios no les permitió tropezar solo para hacerlos caer y para ningún otro beneficio derivado de su pecado. Dios permite el mal solo por un bien mayor que brota de ese mal permitido. Así, Dios permite que algunos caigan para que su caída sea una oportunidad de salvación para otros. De hecho, debido al crimen de deicidio de los judíos, tuvo lugar la salvación de los gentiles. […] Además, Dios ha permitido esto para otros dos propósitos que se entrecruzan: 1°) para que los gentiles imiten a los judíos en la fe en el Dios Único y 2°) para que luego los judíos imiten a los gentiles cuando al final todo Israel sea salvo (Rom., XI, 26). Por lo tanto, la caída de los judíos es reparable. […] Pues si el mal de los Judíos trajo una gran utilidad a los Gentiles, entonces su propio bien, o sea su conversión en el fin del mundo, traerá al mundo una utilidad mucho mayor y de este modo, si Dios permitió que los Judíos errasen para la conversión de los Paganos, tanto más hará su conversión en el fin del mundo para utilidad del mundo entero. Si ciertamente la pérdida de los Judíos es ocasión para la reconciliación del mundo, ¿qué será su readmisión sino la vida de entre los muertos? Porque los Gentiles se volverán tibios (Mt 24,12) y engañados por el Anticristo devolverán a los judíos a su fervor inicial mediante su conversión, así que después de la conversión de los judíos, cuando el fin del mundo esté cerca, será la Resurrección universal, a través de la cual todos los hombres regresarán a la vida inmortal. […] Pero si los patriarcas, que se comparan con los judíos, que proceden de ellos como las ramas de la raíz, son santos, no se sigue infaliblemente que también las ramas, o sea los judíos, sean santos. Si la primicia es santa, no se sigue que lo sea toda la masa. Ciertamente que los Judíos incrédulos en Cristo no son santos, pero nada impide que sean restaurados a la santidad aquellos cuyos Padres fueron santos. […] Además, San Pablo muestra que los gentiles no deben jactarse contra los judíos por la caída de estos últimos. De hecho, no todas las ramas han sido cortadas, es decir, separadas de la fe de los Patriarcas, que son su raíz. Sin embargo la promoción de los Gentiles, que han tomado el lugar de los Judíos, comporta un peligro. De hecho, cuanto más se eleva el hombre a la vanagloria, más vil es el estado del que ha sido elevado. Ahora, el apóstol compara a los Gentiles con un acebuche silvestre o sin fruto. Por lo que corre el peligro de ensalzarse a una gran vanagloria.  […] Por lo tanto, los gentiles deben considerar que no son ellos quienes portan la raíz, sino que es la raíz, es decir, los patriarcas de los judíos, quienes los portan a ellos. Y es también por esta razón que San Juan (IV, 22) dice: La salvación proviene de los judíos. […] Luego el apóstol dice: Quien piensa estar de pie, tema de no caer, o sea, Gentil no te engrías, no presumas de ti mismo sino que teme que también tú seas cortado de la raíz a causa de tu incredulidad. […] Finalmente, San Pablo revela la conversión futura de los judíos en masa porque si no permanecen en su incredulidad, serán injertados en la raíz, es decir, serán devueltos a su estado (Rom., XI, 26). […] Además, nunca debemos olvidar que no todo Israel ha prevaricado, sino que una pequeña parte se ha mantenido fiel y junto con los Gentiles forma la Iglesia de Cristo. [...] Pero esto no debe distraer a los judíos de pensar en su culpa. Si son queridos por Dios por sus Padres, esto se debe a la gracia y elección con que Dios escogió a sus Patriarcas y no debe entenderse como si los méritos de los Padres fueran la causa de la eterna elección de sus hijos. De hecho, los méritos de los Padres no son suficientes para la salvación de sus hijos. [...]. Enseguida, el Apóstol explica que si los dones de Dios son sin arrepentimiento por parte de Dios, sin embargo, pueden ser perdidos por aquellos que los recibieron por un movimiento del hombre infiel hacia la gracia de Dios y no por un cambio de Dios, quien no está sujeto a vicisitudes y cambios" (Comentario sobre la Carta a los Romanos, cit., capítulo XI, versículos 1-32, pp. 78-112).


Conclusión

Porque a todos [Judíos y Gentiles, ndr] los ha encerrado Dios dentro de la desobediencia, para poder usar con todos de misericordia”. (Rom., XI, 32). Esta me parece la conclusión obvia de cuanto sucede en nuestros días de apostasía universal.


Hoy las Naciones otrora cristianas se han enfriado en la Caridad, han apostatado públicamente. Así que incluso nosotros, los Cristianos que venimos del paganismo, estamos separados, en cierto sentido, de nuestra raíz: Cristo, los Patriarcas del Antiguo Testamento y de los Apóstoles del Nuevo y Eterno Testamento.


Es necesario -a la luz de lo que nos ha enseñado San Mateo, sus comentadores y San Pablo comentado por Santo Tomás- evitar los errores por exceso y por defecto, que se yerguen como dos abismos alrededor de la cumbre de la Verdad Revelada, contenida en la S. Escritura y en la Tradición.


El error por exceso es reputar el antiguo Testamento y el Judaísmo mosaico como intrínsecamente malvado, cayendo en un tipo de marcionismo y neopaganismo anticristiano, que odiando a Israel (el “verdadero Israel”) odia también a Cristo. El error por defecto está, lamentablemente, muy difundido hoy, también en el entorno eclesial. Este considera que Israel no tiene ninguna responsabilidad colectiva en el rechazo de Jesús y que la Antigua Alianza con el pueblo judío todavía está en pie. En cambio, como nos muestran San Mateo y San Pablo más los Padres y Doctores escolásticos (la Verdad que se yergue como cumbre entre los dos errores opuestos), Israel ha rechazado la Divinidad de Cristo y continúa haciéndolo hasta hoy, ha traicionado el Mosaísmo y ha fundado una nueva religiosidad o una secta llamada Judaísmo posbíblico, talmúdico o rabínico. Pues bien, ellos fueron repudiados por Dios, que rompió el Pacto con ellos, porque ellos fueron los primeros en romper la Alianza con Él. En su lugar están los verdaderos israelitas que, descendiendo de Abraham en cuanto a la carne, mantuvieron su fe en el Mesías Cristo, y los paganos que se convirtieron al cristianismo. Sin embargo, al final de los tiempos, Israel se convertirá a Cristo (Romanos XI, 26), los Cristianos se enfriarán en la caridad y también necesitarán la misericordia de Dios. Estos son los tiempos que estamos viviendo en cuanto a la apostasía de los Cristianos, pero falta todavía la conversión de Israel, que persevera en la ceguera y el rechazo de Cristo.

En cuanto a los que han permanecido fieles a Dios hasta el día de hoy, la frase del Apóstol es siempre válida: "Quien piensa estar de pie, tema de no caer". Por lo tanto, no debemos enorgullecernos y despreciar a los que han caído para no ser cortados de la "raíz" santa (que es Cristo) también nosotros.


Pero no debemos tener miedo. La Virgen nos prometió: "al final mi Corazón Inmaculado triunfará", y Jesús juró solemnemente: "las puertas del infierno no prevalecerán".


Por eso nosotros también tenemos un gran dolor por nuestro pecado de apostasía hacia Cristo, pero unido a una gran confianza en su triunfo, cuando paganos y judíos (Romanos XI, 26) serán los dos muros levantados sobre la "piedra angular", que es Jesucristo, para formar la Iglesia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.


                                  P. Curzio Nitoglia

10/02/2018