PÁGINAS

jueves, 8 de marzo de 2018

UNA PROFECÍA FRANCISCANA


San Francisco de Asís, Zurbarán (detalle)

SUEÑO PROFÉTICO DEL HERMANO JACOBO MASSA,
UNO DE LOS PRIMEROS FRANCISCANOS


ESTA PROFECÍA VE EL FUTURO DE LA ORDEN FRANCISCANA BAJO LA FIGURA DE UN ÁRBOL QUE CRECE Y DA FRUTOS, PERO QUE LUEGO ES AZOTADO POR UNA FURIOSA TEMPESTAD HASTA SER DERRIBADO, Y QUE, FINALMENTE, REBROTA TRIUNFANTE DESDE LA RAÍZ DEL PRIMER ÁRBOL.
CABE PREGUNTARSE SI ESE ÁRBOL ES TAMBIÉN FIGURA DE LA IGLESIA, DE LA CUAL LA ORDEN FRANCISCANA ES UNA RAMA PRINCIPAL, Y SI LA GRAN TORMENTA QUE LO DERRIBA ES LA CRISIS INAUGURADA CON EL FATÍDICO VATICANO II.



(“Florecillas”, Cap. XLVIII, extracto)


Cómo el hermano Jacobo de Massa vio, bajo la forma de un árbol, a todos los
hermanos menores del mundo


“El hermano Jacobo de Massa, a quien Dios abrió la puerta de sus secretos y dio a perfección la ciencia y la inteligencia de la divina Escritura y de las cosas que están por venir, fue de tanta santidad, que los hermanos Gil de Asís, Marcos de Montino, Junípero y Lúcido, dijeron de él que no conocían en el mundo a nadie más grande ante Dios (…)

Este hermano Jacobo (…) estando una vez en oración, fue arrebatado en Dios, y permaneció tres días en arrobamiento (…) En aquel rapto le fue revelado por Dios lo que había de suceder respecto a nuestra Orden (…) después de haberle revelado Dios muchas cosas sobre el estado de la Iglesia militante, tuvo la visión de un árbol hermoso y grande y muy fuerte, cuyas raíces eran de oro, y sus frutos eran hombres, todos hermanos menores (…)

Después vio cómo Cristo se sentaba en un trono grandioso y de una blancura deslumbrante y cómo llamaba a San Francisco y le daba un cáliz lleno de espíritu de vida y lo enviaba, diciéndole: Vete a visitar a tus hermanos y dales de beber de este cáliz del espíritu de vida, porque el espíritu de Satanás se va a levantar contra ellos y los va a sacudir y muchos de ellos caerán y no volverán a levantarse. Y Cristo dio a San Francisco dos ángeles para acompañarle. Vino, pues, San Francisco y comenzó a dar de beber del cáliz de la vida a sus hermanos. (...) Y eran pocos los que lo recibían y lo bebían con el debido respeto y la debida devoción. Los que lo recibían con devoción y lo bebían todo, al punto se volvían resplandecientes como el sol; los que lo derramaban todo y no lo recibían con devoción, se volvían negros y oscuros, deformes y horribles a la vista; los que en parte lo bebían y en parte lo derramaban, se volvían en parte luminosos y en parte tenebrosos, más o menos según la cantidad que habían bebido o derramado. Pero quien más resplandeciente aparecía era el hermano (…) que le había hecho contemplar más profundamente el abismo de la infinita luz divina, en la cual había conocido las adversidades y la tempestad que había de levantarse contra aquel árbol, hasta sacudirlo y derribarlo con todas sus ramas. (…)

Después de esto sobrevino una tempestad de viento, que sacudió el árbol con tanta violencia, que los hermanos caían a tierra, siendo los primeros en caer aquellos que habían derramado todo el cáliz del espíritu de vida, y eran llevados por los demonios a lugares de tinieblas y tormentos. (...) los que habían bebido todo el cáliz, fueron transportados por los ángeles a un lugar de vida, de luz eterna y de esplendorosa bienaventuranza (...)

Aquella tempestad duró tanto, que derribó el árbol y se lo llevó el viento. Pasada la tempestad, de la raíz de este árbol, que era de oro, brotó otro árbol, todo de oro, el cual produjo hojas, flores y frutos de oro. De este árbol y de su expansión, de su profundidad, belleza, fragancia y virtud, es mejor ahora callar que hablar. En alabanza de Cristo. Amén.”