Voz
de Fátima, Voz de Dios Nº 22
01 de julio de 2017
“Vox
túrturis audita est in terra nostra”
(Cant.
II, 12)
Muchos
hombres eminentes ya se preguntaron si los Papas conciliares son verdaderamente
Papas. Mons. Lefebvre fue uno de ellos. Pero preguntarse es una cosa; aseverar es
otra. Mons. Lefebvre no tenía las premisas
que permitieran afirmar que los Papas conciliares no eran Papas. Si no se
tienen las premisas, la conclusión no se sigue. Por eso, Mons. Lefebvre no sacó
esta conclusión. Nosotros tampoco la sacamos. En la duda, es mejor respetar la
posesión de quien tiene el cargo [*]. La pérdida del pontificado es algo complejo.
Los teólogos, el Derecho Canónico, los Papas, la Historia, la Sagrada Escritura
y el sentido común, nos invitan a tener una gran prudencia en la materia. Esta
fue la actitud de Mons. Lefebvre, modelo de todos los que resisten al
modernismo y que trabajan para el triunfo de Cristo Rey. Sigamos su ejemplo.
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Tomás de Aquino OSB
U.I.O.G.D
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[*]: En exacta concordancia con el pensamiento de Mons. Lefebvre, Mons. Tomás de Aquino aplica a la cuestión del sedevacantismo el principio reflejo de moralidad que señala que, en caso de duda, es mejor la condición del que posee actualmente lo disputado (melior est conditio possidentis). Conforme a esta regla, Jorge Bergoglio debe ser considerado verdadero papa hasta que se pruebe lo contrario.
Los principios reflejos o indirectos de moralidad son "ciertas normas generales de moralidad que no recaen directamente y de por sí sobre la cosa misma que se trata de averiguar, pero que reflejan sobre ella su propia luz, hasta el punto de conducirnos a una certeza moral de orden práctico, aunque no disipen del todo las tinieblas especulativas." (P. Antonio Royo Marín, "Teología Moral para Seglares", BAC, 1964; T I, p. 140)