PÁGINAS

martes, 28 de marzo de 2017

MONS. TISSIER CONTRA MONS. TISSIER




Syllabus


A mediados de 2008, Mons. Tissier de Mallerais todavía parecía comportarse como fiel heredero de Mons. Lefebvre, afirmando claramente la verdad respecto de la Roma ocupada por los enemigos de Cristo. No hesitaba en hacer afirmaciones muy duras, que hoy escandalizarían a su superior en la Neo-Fraternidad y a él mismo, decidido a obedecer la traidora política de ralliement que llevan adelante exitosamente Mons. Fellay y Francisco.

Reproducimos debajo un fragmento significativo de la entrevista concedida a la revistaThe Angelus, julio-agosto 2008, publicada asimismo en Le Sel de la terre N° 66, otoño 2008.  
Mons. Tissier de Mallerais:
“Rehusar toda “reconciliación” con la Roma ocupada”


The Angelus: Numerosos católicos, que han combatido al lado de Mons. Lefebvre, tienen tendencia, al presente, a acordar con una Roma aparentemente más conservadora, uniéndose a organizaciones que tienen un “status más regular” en el seno de la Iglesa.

Mons. Tissier: Sí, muchas pérdidas, debido a una falta de principios, de infidelidades al combate de la Fraternidad, de la búsqueda de compromisos, de una aspiración a la paz, de un deseo de victoria antes del tiempo fijado por Dios.
Esas pobres gentes, sean ellos sacerdotes, religiosos o laicos, son liberales y pragmáticos seducidos por las sonrisas de los hombres del Vaticano, quiero decir, de prelados de la curia romana. Son gentes fatigadas por el largo, largo combate de la fe: “¡Cuarenta años, es suficiente!” Mas ese combate durará puede ser aún treinta años: en consecuencia, no bajen las armas, no busquen una “reconciliación”, ¡continúen el combate!


Mons. Tisier decía que hay que “rehusar toda reconciliación con la Roma ocupada”.Reconciliación significa restablecer la concordia entre dos o más partes. Esto es: dejar de combatirse y enfrentarse mutuamente, para volver a un estado de concordia preexistente.Rehusar significa rechazar. Toda, quiere decir cualquier tipo de reconciliación, ya sea bilateral o unilateral, con prelatura o sin prelatura, en los términos que fuere. Y esto debido a que Roma estaba ocupada. ¿Ocupada por quién? Por sus enemigos, por la Contra-Iglesia. Estamos hablando del año 2008, cuando según el entrevistador parecía haber en Roma aires más “conservadores” con Benedicto XVI. Sin embargo, Mons. Tissier no se engañaba, sabiendo bien los perniciosísimos errores que constituían lo que él llamaba “la extraña teología de Benedicto XVI”, llegando a escribir un libro al respecto. Hoy, año 2017, ¿Roma continúa ocupada, sí o no? No deja de verse claramente que Roma está ocupada por los liberales y modernistas de la Contra-Iglesia y que estos ocupantes son aún más poderosos que los ocupantes anteriores, pues se animan a hacer cosas tan escandalosas como los anteriores no se atrevieron. Que haya algunas protestas, no significa que Roma sea débil, ya que quienes reaccionan lo hacen siendo liberales, reivindicando al concilio, festejando a “san Juan Pablo II” y teniendo como referencia de su “ortodoxia” a Benedicto XVI. Por el contrario, quien es débil es la FSSPX, que se ha visto obligada a negociar una “reconciliación” cuando antes afirmaba claramente que había que “rehusar toda reconciliación con la Roma ocupada”. Hoy Mons. Fellay y quienes lo siguen ya no hablan de una “Roma ocupada” y de hecho mencionan a los modernistas más encumbrados (Francisco, Card. Muller) para decir que tienen apoyo para arreglar lo que está mal en Roma. ¿Quién ha cambiado verdaderamente su posición y su discurso?

En caso de que Mons. Tissier siga pensando lo mismo que ayer, ¿por qué no se opone con firmeza a la política de ralliement llevada a cabo por Mons. Fellay, como en su momento hizo Mons. Williamson? ¿Quizás porque teme las consecuencias personales que podrían acarrearle (ser expulsado de la congregación)? Dios sabrá lo que pasa por dentro de Mons. Tisier. Nosotros lo único que hacemos es constatar una incoherencia y una traición a su propio pensamiento, con las consecuencias desastrosas que ya se están viendo y están por expandirse de llegar el ansiado acuerdo por el que desde hace tantos años trabajan los liberales. De ser así, las palabras se las habrá llevado el viento. Quizás cuando no se reacciona en el momento en que se debe reaccionar, cuando -esgrimiendo los motivos puramente humanos que fueren- no se aprovecha la gracia que Dios nos da para actuar en el momento preciso en que debemos, en defensa de la fe, entonces luego Dios ya no dé las gracias necesarias para tener la fortaleza que se necesita para inmolarse por la verdad, llevando a la práctica aquello que se pregonó con las palabras. Mons. Tissier defendió ante los sacerdotes de la Faternidad la ambigua y traidora declaración doctrinal de Mons. Fellay de abril de 2012, con el argumento de que de ese modo se había evitado sufrir una nueva excomunión. ¿Es que después de eso podía esperarse una reacción combativa, tanto en este obispo como en los sacerdotes, que silenciosos recibieron tal fundamentación? ¿Es que acaso olvidaron que su fundador murió bajo la “excomunión” de los romanos, por defender hasta último momento de su vida la fe que había recibido?

Pero no vayamos más allá y mencionemos unas palabras de Mons. Williamson que podemos tener en cuenta para el presente caso. Las dijo en ocasión de la caída de los sacerdotes de Campos, Brasil:

“¡Los pobres sacerdotes de Campos! Han abandonado la salud de su inteligencia para reingresar en la Iglesia oficial y no estar más en el frío (la marginalización), a partir de ahora ellos van casi ciertamente a seguir todo lo que dicen los romanos, más bien que a retornar al frío de la “excomunión”, del “cisma”, etc. Como la Fraternidad San Pedro, ellos han pagado muy caro (al precio de la salud y la integridad de su inteligencia) su aceptación por Roma, lo pagarán para seguir no importa qué por no perderla. Roma lo sabe bien, y lo explotará a fondo, pero “poco a poco”, como dice el teólogo del Papa.

Increíble. Pero, no arrojemos la piedra. La confusión hoy es universal, y ella viene de lo alto –“Golpearé al pastor y se dispersarán las ovejas” (Za. 13,7; Mat. 26,31). En una guerra, las balas silban, camaradas caen. Pasamos medio minuto en secar una herida o una lágrima con un pañuelo, y la guerra continúa. Más que en arrojar la piedra, pensemos en nosotros mismos. Los sacerdotes de Campos que caen hoy en la locura y la traición de Roma, TUVIERON NO OBSTANTE LA VERDADERA MISA, EL BREVIARIO Y LAS ORACIONES TRADICIONALES DURANTE LOS ÚLTIMOS VEINTE AÑOS, y ellos han caído. Entonces, ¿quién está al abrigo?

Yo podría decir que los sacerdotes de Campos han caído porque Mons. de Castro Mayer los ha conducido por un pasaje demasiado fácil del período de antes del Concilio a este que ha seguido, de manera que su caso es un caso tardío de cincuentismo. Pero, como nosotros hemos dicho más arriba, ellos han estado prevenidos contra el temblor de tierra antes del Concilio, y después han debido reconstruir todo a partir de cero. Eso no fue bastante para vacunarlos contra el espíritu modernista, aparentemente no. Verdaderamente, si estos días no son acortados por una intervención de Dios, corremos todos el riesgo de perder la salud de nuestra inteligencia. Kyrie Eleison. Mas “Cuando estas cosas comiencen a ocurrir, erguíos y levantad la cabeza, porque vuestra redención se acerca” (Luc. 21,28).

Queridos fieles, sin que nosotros lo hayamos buscado, Dios nos ha impuesto la grandeza de no caer en medio de la locura que nos rodea. Por el amor de Nuestro Señor y de su Madre dolorosa, no depongamos esa carga. “Aquel que perseverare hasta el fin, ese será salvo” (Mt. 10,22)
(Carta a los amigos del Seminario de Winona, en “Campos ha caído”, Le Sel de la terre N° 40, 2002) 

Aparentemente, tanto Mons.Tissier como Mons. Williamson, dicen cosas parecidas, repitiendo ciertas palabras: “Esas pobres gentes”, “Los pobres sacerdotes de Campos”.Pero no es así. Mons. Williamson advierte, como lo viene haciendo desde hace años, aquello que enseñaba San Pablo: “Quien esté de pie, que mire de no caer”. Jamás se refirió a la Fraternidad como si poseyera una carta de inmunidad, y es por eso que ha alertado siempre, conociendo la naturaleza humana y los peligros del liberalismo. Es parte de la humildad reconocer aquello que dice el Kempis: “Todos somos frágiles, pero tú considérate el más frágil de todos” (L. I C. 2). Decía San Francisco de Sales en una carta:

Tú sabes, hija mía, que muchas veces sucede que, cuando pensábamos que estábamos completamente libres de nuestros viejos enemigos, sobre los que habíamos obtenido la victoria, los vemos aparecer por otro lado que no esperábamos. Ahí tienes al gran sabio Salomón, que tantas maravillas había hecho en su juventud, creyéndose con mucha virtud y confiando en los años pasados; cuando parecía estar libre de ataques, fue sorprendido por el enemigo que, según parecía, menos tenía que temer.

Es para que aprendamos dos lecciones muy importantes. Una, que siempre debemos desconfiar de nosotros mismos, con santo temor, y debemos continuamente suplicar la ayuda del cielo y vivir con humilde entrega. Otra, que nuestros enemigos pueden ser rechazados, pero no estar muertos. A veces, nos dejan en paz para atacarnos con más fiereza” (Cit. en El arte de aprovechar nuestras faltas, P. Joseph Tissot).

Es deber del obispo y del sacerdote advertir del peligro. Por eso Mons. Williamson llamaba a no arrojar la piedra y en cambio vigilar sobre sí mismo. Es seguramente esta actitud la que lo ha mantenido al margen de la vorágine que hoy arrastra a los otros obispos de la Fraternidad hacia su inserción en la iglesia concilar. Uno cree ver en las palabras tan duras de Mons. Tissier un tono desdeñoso hacia los que han caído, el mismo que se podía advertir cuando siempre se aseguraba desde las filas de la Fraternidad que ésta no podría caer ante Roma, pues estaba exenta ya que “no era como las otras congregaciones”. Por eso hoy no podemos sino, hecha la debida constatación, repetirle a Mons. Tissier sus propias palabras: No bajen las armas, no busquen una “reconciliación”, ¡continúen el combate!


Puede leerse más acerca de esta caída del obispo Tissier de Mallerais en los siguientes artículos: