PÁGINAS

sábado, 17 de septiembre de 2016

COMENTARIO ELEISON Número CDLXXIX (479) - 17 de septiembre de 2016

Infalibilidad de la Iglesia
A los Papas Conciliares tengo que “desobedecer”
Pero que no son Papas, no necesito establecer.
Desde la tierra al Cielo suben problemas. Desde el Cielo a la tierra bajan soluciones. Frecuentemente, un problema católico sólo necesita elevarse para que se vuelva menos problemático. Un ejemplo clásico puede ser el problema de los Papas Conciliares, un problema al cual nos hemos estado enfrentando desde el 2013 como nunca antes, al menos tan brutalmente. Hay de cualquier manera un misterio involucrado, pero si no escalamos suficientemente alto, fácilmente caemos presa de una de las dos tentaciones clásicas: o bien él es el Papa y entonces debo obedecerle, o bien yo no puedo obedecerle entonces él no puede ser Papa. Pero, si yo asciendo por arriba de la humanidad del Papa hacia la divinidad de la Iglesia, entonces me doy cuenta que la llamada infalibilidad Papal es realmente infalibilidad de la Iglesia, lo cual deja mucho más espacio para que este o aquel Papa, o incluso una serie de Papas, sean bastante menos que satisfactorios. Vayamos directo a la definición de infalibilidad de 1870, infalible en sí misma. He aquí el texto con algunas palabras resaltadas y números insertados:—
 . . . . Enseñamos y definimos ser un dogma divinamente revelado que el Romano Pontífice cuando habla ex cathedra –esto es, cuando, cumpliendo su cargo de pastor y doctor de todos los cristianos, 1 define 2 por su suprema autoridad apostólica que 3 una doctrina sobre la fe y las costumbres 4debe ser sostenida por la Iglesia universal –, por la asistencia divina que le fue prometida en la persona del bienaventurado Pedro, goza de aquella infalibilidad de que el Redentor divino quiso que estuviera provista su Iglesia en la definición de la doctrina sobre la fe y las costumbres; y, por tanto, que las definiciones del Romano Pontífice son irreformables por sí mismas y no por el consentimiento d e la Iglesia. Concilio Vaticano I, Ses. IV, Const. de Ecclesiâ Christi, Cap. iv.
En este texto vemos claramente las famosas cuatro condiciones para que el Papa esté hablando infaliblemente, pero también vemos que siguen inmediatamente las palabras aquí resaltadas que parecen no ser notadas frecuentemente, pero que dejan bien en claro de dónde proviene la infalibilidad del Papa: no proviene de él mismo sino de la Iglesia. Hagamos una comparación familiar de la vida moderna, a partir de un ama de casa que enchufa su plancha eléctrica en un tomacorriente en la pared. Para que la plancha se caliente, ella debe enchufarla en el tomacorriente, pero la electricidad que luego calentará su plancha obviamente no viene de ella misma, el ama de casa, sino de la central eléctrica local.
Para que una definición Papal sea infalible, el Papa debe enchufar las cuatro condiciones en la Iglesia, por así decirlo, y él es la única y sola persona en la tierra que pu ede hacer tal cosa, razón por la cual se llama “infalibilidad Papal”, pero la protección infalible del error que entonces él obtiene, no proviene de él mismo sino del Espíritu Santo a través de la Iglesia, un tanto como la electricidad no proviene del ama de casa sino de la central eléctrica a través del tomacorriente. Y entonces así como el ama de casa puede tener todo tipo de cualidades o defectos personales, pero siempre y cuando ella ponga el enchufe de la plancha en el tomacorriente, éstos defectos no hacen ninguna diferencia para que su plancha se caliente o no, igualmente el Papa puede ser un Santo o mucho menos que un Santo, pero si él está debidamente nombrado o elegido como Papa, entonces a partir del momento que él compromete las cuatro condiciones, su definición estará necesariamente libre de error.
Lo que esto significa es que siempre que el Papa no involucre esas cuatro condiciones, estrictamente hablando él puede decir absurdos, tal y como el re sto de nosotros, sin que la Iglesia cese de ser infalible. Y, de hecho, su Infalibilidad Ordinaria es mucho más importante que esta Infalibilidad Extraordinaria de definiciones Papales, tal como números previos de estos “Comentarios” buscaron ilustrar con otra comparación familiar, aquella entre una montaña y su pico nevado (ver CEs 343 y 344, del 8 y 15 de Febrero de 2014). El pico nevado puede proveer mayor visibilidad pero para ser visibile donde es visto, depende totalmente del tamaño de la montaña por debajo de él. Entonces, una vez que llevamos el problema a las alturas, no es tan importante para la Iglesia si los Papas Conciliares están fuera de su juicio. Podemos sufrir aquí abajo por los Papas falibles, pero la Santa Madre Iglesia permanece serenamente infalible.
Kyrie eleison.