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martes, 29 de diciembre de 2015

EL RETORNO DE LA ROMA CONCILIAR Parte 4

LE SEL DE LA TERRE N° 93, verano de 2015



EDITORIAL

El retorno de la Roma conciliar (continuación)


Monseñor de Castro Mayer y la nueva Iglesia

Fue en 1976 que apareció por primera vez la expresión “Iglesia conciliar”. Pero la realidad ya había sido percibida mucho antes por Mons. Antonio de Castro Mayer. El texto que reproducimos es un extracto de la carta pastoral “Aggiornamento e Tradiciao” de fecha 11 de abril de 1971[i]. Los títulos de los párrafos son del original.

Característica de la nueva Iglesia: La religión del hombre
Sea por la dificultad de la empresa, sea por una concesión con el espíritu del tiempo, el hecho es que, en la ejecución del plan trazado por el Concilio, en amplios medios católicos, el esfuerzo en la adaptación fue más allá de la simple expresión más ajustada a la mentalidad contemporánea. Tocó la propia sustancia de la Revelación. No se preocupan de una exposición de la verdad revelada en términos tales que los hombres fácilmente la entiendan; se procura más bien, por medio de un lenguaje ambiguo y rebuscado, proponer una nueva Iglesia, al gusto del hombre formado según las máximas del mundo moderno. Con eso, se difunde, más o menos por todas partes, la idea de que la Iglesia debe someterse a un cambio radical, en su Moral, en su Liturgia, e inclusive en su Doctrina. En los escritos, así como en conducta, aparecidos en medios católicos después del Concilio, se difunde la tesis de que la Iglesia tradicional, tal y como existía antes del Vaticano II, ya no está a la altura de los tiempos modernos. De manera que debe transformarse totalmente.
Y una observación radical, sobre lo que pasa en los medios católicos, conduce a la convicción de que, verdaderamente, desde el Concilio existe una nueva Iglesia, esencialmente distinta de aquella conocida antes del concilio, como la única Iglesia de Cristo. En efecto, se exalta como principio absoluto e intangible la dignidad humana a cuyos derechos se someten la Verdad y el Bien. Semejante concepción inaugura la religión del hombre. Hace olvidar la austeridad cristiana y la bienaventuranza del Cielo.
En las costumbres el mismo principio hace olvidar la ascética cristiana, y está lleno de indulgencia para el placer inclusive sensual, pues es en la tierra donde el hombre ha de buscar su realización.
En la vida conyugal y familiar, la religión del hombre enaltece el amor y sobrepone el placer al deber, justificando, a ese título, los métodos anticonceptivos, disminuyendo la oposición al divorcio, y favoreciendo la homosexualidad y a la coeducación, sin temer la consecuencia de desórdenes morales que le son inherentes como consecuencia del pecado original.
En la vida pública, la religión del hombre no comprende la jerarquía, y defiende el igualitarismo propio de la ideología marxista y contrario a la enseñanza natural y revelada, el cual asegura la existencia de un orden social exigido por la misma naturaleza.
En la vida religiosa, el mismo principio preconiza un ecumenismo que, en beneficio del hombre, reconcilia todas las religiones, y desea una Iglesia como una sociedad de asistencia social, volviendo ininteligible lo sagrado, sólo comprensible en una sociedad jerárquica.
De ahí la preocupación excesiva de la promoción del clero, cuyo celibato es considerado absurdo, así como el contenido de una vida sacerdotal singular, íntimamente ligado a su carácter de persona consagrada exclusivamente al servicio del Altar. En liturgia se rebaja al Sacerdote a simple representante del pueblo, y los cambios son tales y tan numerosos, que ella deja de representar adecuadamente, a los ojos de los fieles, la imagen de la Esposa del Cordero, una, santa, inmaculada.
Es evidente que el relajamiento moral y la disolución litúrgica no pueden coexistir con la inmutabilidad del dogma. En realidad, estos cambios indican ya las mudanzas en los conceptos de las verdades reveladas. Una lectura de los nuevos teólogos, tenidos como portavoces del Concilio, evidencia como, de hecho, en ciertos medios canónicos las palabras con que se enuncian los misterios de la Fe implican conceptos totalmente diversos de los que constan en la teología tradicional. […]
Subversión doctrinal
[…] La nueva terminología introduce una nueva religión. Nosotros ya no estamos en el cristianismo auténtico. Las novedades no están solamente en un cambio de palabras. Esto va más lejos. En realidad, se provoca una subversión total en la Iglesia. Como la filosofía moderna sobrestima al hombre, a quien hace juez de todas las cosas, la nueva Iglesia establece, como decíamos, la religión del hombre. […]
A la lista, ya larga, de los que afirman que la iglesia conciliar existe ciertamente [bel et bien], hay que agregar el nombre del ilustre obispo de Campos, el amigo de Mons. Lefebvre y el único obispo que luchó con él en contra de la iglesia conciliar: “Desde el concilio, existe una nueva Iglesia, esencialmente distinta de aquella conocida antes del concilio”.

Podemos notar que, siendo Mons. de Castro Mayer, un obispo diocesano de esta época, esta carta constituye un documento del magisterio auténtico de la Iglesia Católica.


Otros obispos comparten esta opinión

Un lector nos envió un texto ampliamente difundido por la FSSPX[ii], firmado por los cuatro obispos de esta Fraternidad, apoyándose en la autoridad de Mons. Lefebvre, que describe en términos no equívocos esta nueva iglesia.

El documento se titula “Ecône 27 de junio de 1991: Declaración de los cuatro obispos católicos consagrados por Mons. Lefebvre el 30 de junio de 1988 respecto a una consagración episcopal en Campos (Brasil) y documentos anexos”. Fue distribuido en las capillas atendidas por la FSSPX. A la pregunta “La consagración proyectada fuera de las leyes canónicas, ¿es legítima?”, leemos como respuesta:

No es solamente legítima, sino necesaria.
1. “Porque los sacerdotes y fieles tienen un derecho estricto a tener pastores que profesen íntegramente la Fe católica, esencial para la salvación de sus almas, y a tener sacerdotes que sean verdaderos sacerdotes católicos”.
2. “Porque la iglesia conciliar está ahora extendida universalmente, difunde errores contrarios a la fe católica y, en razón de esos errores, ha corrompido las fuentes de la gracia que son el Santo Sacrificio de la Misa y los sacramentos”.
“Esta falsa iglesia está en ruptura cada vez más profunda con la Iglesia Católica” (Mons. Lefebvre, 4 de diciembre de 1990).
(Por “Iglesia conciliar”, expresión del difunto cardenal Benelli, entendemos el sistema neo-modernista que ocupa la Iglesia desde el Vaticano II y dirige todos sus engranajes).
Por tanto, no es a la “Iglesia conciliar” a quien se le puede pedir razonablemente un obispo católico, ni pedirle consagrar un obispo católico; un pastor tal, como al que tiene derecho el rebaño fiel de Campos.
En este texto, los cuatro obispos de la FSSPX admiten que existe una “falsa iglesia” denominada “iglesia conciliar”, que se encuentra “en ruptura cada vez más profunda con la Iglesia Católica[por causa del peligro de incurrir en "eclesiavacantismo", es importante recalcar que ambas iglesias se distinguen pero no existen separadas. Al respecto, ver nota introductoria acá. NP], y se apoyan, para afirmarlo, en una carta de Mons. Lefebvre a Mons. de Castro Mayer del 4 de diciembre de 1990. Ellos incluso dan una definición de iglesia conciliar: “el sistema neo-modernista que ocupa la Iglesia desde el Vaticano II y dirige todos sus engranajes”. Finalmente, ellos afirman “no es a la “Iglesia conciliar” a quien se le puede pedir razonablemente un obispo católico, ni pedirle consagrar un obispo católico”.

Conservemos la tradición de la Tradición

Conservemos entonces la antigua posición, la “tradición de la Tradición”, pues ella responde a la realidad, ella resuelve los problemas planteados y ella ha sido sostenida por las principales personalidades que han defendido la Tradición, notablemente por todos sus obispos. Además, la nueva posición se apoya en un sofisma.
Agreguemos que el concepto de Iglesia conciliar permite identificar claramente el problema que encaramos desde el Concilio. Él mantiene el espíritu de combate contra el enemigo que se ha infiltrado en la Iglesia. En toda guerra, es muy importante identificar al enemigo. Pues el enemigo actual, no es solamente un error que flota en el aire, es un sistema que se formó con el concilio y que busca absorber a todos los católicos.



[i] Publicado en: Dom Antonio DE CASTRO MAYER, Por um Cristianismo autêntico, Sao Paulo, Editora Vera Cruz, 1971, pág. 360-362 y 365. Traducción nuestra.
[ii] El texto se reproduce en la parte “Documentos” de este número de Le Sel de la Terre.

(SIGUEN 21 PÁGINAS DE DOCUMENTOS ANEXOS, QUE NO SE TRADUCIRÁN)