PÁGINAS

sábado, 14 de marzo de 2015

MONSEÑOR WILLIAMSON.- SERMON SOBRE EL PAPA.

Sermón en las ordenaciones del 29 de junio de 1990 en Ecône. (Extracto)


Sin duda que todos ustedes conocen la frase “esta es su hora”, dirigiéndose Nuestro Señor a Satanás, “esta es su hora y del poder de las tinieblas” y Satanás domina el ambiente, no queriendo el Maestro defenderse físicamente con medios humanos. Pensemos que siendo Lázaro rico y poderoso, el Señor hubiera podido fácilmente, no solo llamar a doce legiones de ángeles como Él mismo dijo, sino también organizar una escolta personal gracias a Lázaro. Éste lo hubiera llevado a cabo muy fácilmente pero sin embargo, no aparece durante la Pasión. El Señor no quiso que estuviese presente ni que le ayudase con estos medios. Rogó a Pedro que vigilase y orase, un poco antes de que Pedro perdiera la cabeza. “Vigilad y orad, pues el espíritu está presto pero la carne es débil”. Y Pedro ora en estos momentos de confusión, en esta hora de tinieblas y de Satanás. Pedro se derrumba y huye junto con los otros diez Apóstoles, abandonando todos a Nuestro Señor en esos momentos diabólicos. Pedro junto a los demás. Y un poco después el Príncipe de los Apóstoles niega tres veces a su Divino Maestro. Y sin embargo, le ama y porque le ama le ha seguido hasta el patio del Sumo Sacerdote. Pero reniega de Él tres veces, llorando después amargamente. Y precisamente en nuestros días, queridos diáconos y hermanos todos, vemos algo parecido, la confusión más terrible en la cúspide de la Iglesia llegando a alcanzar al mismo Pedro. Más Nuestro Señor lo había predicho y lo ha permitido, no escapándose nada a sus divinos planes.
Anteriormente dijo Jesús: Satanás ha deseado cribaros como al trigo (cribaros en plural), pero yo he orado por ti (en singular), Pedro, para que tu Fe no desfallezca, y cuando te conviertas, confirma a tus hermanos”. Y hoy también podemos pensar que a semejanza de la Fe de San Pedro, que en aquellos momentos se vino abajo masivamente aunque no totalmente, y masivamente huyó y renegó tres veces de su Maestro pero no totalmente, ya que después de su huida volvió con San Juan al patio del Sumo Sacerdote, rompiendo a llorar tras la triple negación. Si hubiese perdido totalmente la Fe no hubiese llorado, ya que habría abandonado a un simple hombre. Pero su conciencia le dice que ha abandonado a alguien que es más que un hombre y por eso llora. Y así San Pedro en esos instantes perdió masivamente la Fe, más no totalmente, de forma que respecto a los jefes actuales de la Iglesia me atrevo a decir que han perdido también masivamente pero no totalmente la Fe. Y como prueba tenemos la resistencia de los radicales y liberales encarnizados, la rabia de estos radicales y liberales al no conseguir sus deseos ni obtener siempre lo que quieren, a pesar de lo que obtuvieron ya en el concilio y posteriormente. Hay a pesar de todo algo que no obtienen pues Pedro, también hoy como ayer, no claudicará de forma total. Todavía se mantiene en pie y va nombrando obispos conservadores, aunque todos sabemos que estos obispos conservadores son a veces más peligrosos que los abiertamente liberales, pero eso significa que el Papa tiene aún esa voluntad de no dejar todo en manos de radicales. “Pedro, he orado por ti para que tu Fe no desfallezca y cuando te conviertas, confirma a tus hermanos en la Fe”. Y así podemos pensar que ciertamente llegará el día, lo sabemos todos, en que el actual Pedro o alguno de sus sucesores se convertirá, verá claro y llorará, llorará amargamente, y me parece que ninguno de nosotros le juzgará mal en ese momento por llorar amargamente. Al contrario, nos alegraremos cuando ese instante llegue. Hasta que ocurra la conversión de Pedro, ignoramos cuando será, pero con la certeza de la Fe sabemos que llegará ese momento, lo mismo que llegó para San Pedro que no sufrió ya más confusión a partir de ese instante.
¿Qué hay que hacer mientras tanto? En esta hora de tinieblas y del poder de Satanás, debemos imitar a la Sma. Virgen en esas horas terribles que pasó entre la Crucifixión de su Hijo y la Resurrección del domingo de Pascua.
La Santísima Virgen sufrió terriblemente pero no vaciló en la Fe, mientras que los demás sí, ya que las santas mujeres si van al sepulcro el primer día de la semana para embalsamar el cuerpo de Nuestro Señor, es porque ellas no albergaban esperanza alguna en la Resurrección, mientras que la Sma. Virgen no pensaba en otra cosa en esos momentos espantosos. Es Ella quien ha sostenido a los Apóstoles durante todo ese tiempo, hasta la conversión de Pedro que se produjo en compañía de Nuestro Señor horas más tarde. Los Apóstoles vacilaron, la Virgen no. ¿Reprochó la Virgen algo a Pedro durante ese tiempo? No.