PÁGINAS

jueves, 21 de agosto de 2014

¿ESTÁ VACANTE LA SEDE?.- POR EL R.P. DOMINIQUE BOULET.- PARTE 5

3.5. Notoriedad de ley y notoriedad de hecho:
1. Notoriedad de ley:
Un crimen se vuelve Notorio, con notoriedad de ley, sólo cuando un juez competente ha emitido una sentencia judicial. Pero el papa no tiene superiores y nadie tiene competencia jurídica para juzgarlo: “La primer Sede no puede ser juzgada por nadie” [10]. De aquí que cualquier acto herético de Juan Pablo II no pueda ser Notorio con notoriedad de ley.
2. Notoriedad de hecho:
¿Podemos decir lo mismo acerca de la notoriedad de hecho en una herejía del papa? Para hacerlo, el acto deberá ser reconocido ampliamente, tanto como herejía como moralmente imputable, con Pertinacia (persistente y determinado hasta el punto de la obstinación). Esto es, que no sólo deba ser materialmente notorio, es decir que el acto herético es ampliamente conocido, sino formalmente notorio, que el acto es ampliamente reconocido como crimen moralmente imputable de herejía formal. Podemos ver esto en las glosas de los canonistas:
Una ofensa es Notoria con notoriedad de hecho si es públicamente conocida y cometida bajo tales circunstancias que no pueda concederse ningún subterfugio o evasiva, tampoco pueda ser excusada por alguna causa admitida en la ley, es decir, tanto el hecho de la ofensa como la imputabilidad o culpabilidad criminal deben ser públicamente conocidas.” [11]
Así, un acto papal de herejía podría ser notorio de hecho sólo si el acto es tanto “públicamente conocido” y la “imputabilidad o culpabilidad criminal” son “públicamente conocidas”. No existe un juez competente quien pueda juzgar sobre el involucramiento de la culpabilidad en un acto de un papa, y así, la culpa sólo podría ser Notoria si es públicamente conocida y deberá ser ampliamente reconocido que este acto es moralmente imputable. Y sería necesario que no existiesen excusas por las que se pueda apelar a la “accidentalidad”, alguna clase de “autodefensa”, o alguna otra excusa legalmente admisible, sería necesario también que “ningún subterfugio” pudiera concederse.
3.6. ¿Puede Juan Pablo II ser declarado hereje Notorio y Pertinaz?
Vaticano II (1962-1965)
Los conceptos de Notoriedad y Pertinacia son claros en la teoría, no obstante, su aplicación concreta es extremadamente difícil, especialmente en el caso del papa. La principal razón es que tal pertinacia finalmente es determinada por el reconocimiento público de la herejía por una autoridad legítima. Sería necesario no sólo reconocer que Juan Pablo II ha cometido una herejía y ésta se ha esparcido por toda la Iglesia universal, lo cual, obviamente no es el caso, pues sólo una pequeña, pequeñísima minoría, apenas el 0.1% de la Iglesia lo afirma, pero sería necesario el reconocimiento de su culpa por herejía formal y pertinaz, que de la misma manera se habría esparcido por toda la Iglesia. Sería necesario que ningún recurso [atenuante] pudiera concederse al acto de la culpa, ni apelar a traducciones inciertas del texto original o a engaños visuales, ni apelar a escritores incapaces, o a senilidad, ignorancia o confusión de la doctrina en cuestión, ni apelar a accidentes en la elaboración del discurso, o apelar a que sus dichos “de alguna manera son compatibles con la doctrina de la Fe si lo entendemos en su forma ‘filosófica’ moderna”; ni apelar a alguna clase de autodefensa eclesial ante un ambiente de hostilidad liberal social o eclesiástico. Incluso si tal crimen no fuese justificado con alguna defensa o excusa legalmente admisible, todavía subsistiría la grandísima tarea en la Iglesia por saber si existe culpa moral y si tal acto es moralmente imperdonable. Sería necesario que los sacerdotes y la prensa católica no encubrieran el crimen a la gente, de ningún modo, por ningún medio. El hecho es que la Iglesia tiene muchos otros recursos a la mano y los fieles son tan dóciles y condescendientes que casi nadie le ha reconocido una herejía al papa, sin mencionar alguna culpabilidad moral o una excusabilidad legal. Y, de cualquier forma, los sacerdotes y el pueblo han abrazado las herejías de Juan Pablo II pensando que él está en lo correcto, o incluso lo consideran “el papa más grande que ha existido”, como se ha escuchado a muchos exclamar. Incluso la gran mayoría de los comparativamente pocos quienes no han abrazado todas estas mismas herejías de él, no ven o no aceptan que el papa sea hereje, y el pequeñísimo número de quienes pueden verla tienden a excusarla no viendo una pertinacia, sino atribuyéndola a la situación general de la Iglesia, especialmente desde el “Vaticano II”, el cual ha cegado casi a todos frente a muchas de las doctrinas de Fe. La herejía de Juan Pablo II obviamente es formalmente secreta, en términos canónicos, a pesar de lo claro que pudieran verla los ‘tradicionalistas’ ocasionales: sus actos no han sido reconocidos ni como heréticos ni como moralmente imputables y legalmente inexcusables. De aquí que su herejía no sea legalmente reconocida como notoria de hecho, y en consecuencia, no es notoria; y las condiciones legales que los canonistas han especificado para que un papa pierda su oficio por herejía no han sido satisfechas.
3.7. ¿Podría presumirse la pertinacia en Juan Pablo II?

¿Podríamos hacer tal afirmación observando la insistencia del Papa en sus actos y ante la vista de la tradición y los testigos actuales? Quizás, pero no socialmente, lo cual significa respecto a la pérdida de su oficio, etc., lo cual no puede ser presumido sino debe ser demostrado, de otra manera las sociedades podrían colapsar. Uno puede entender que una respuesta rápida e imprudente a tal pregunta tan difícil podría llevar fácilmente a hundirse en la posición del Sedevacantismo. Si Juan Pablo II realiza con suficiente frecuencia afirmaciones o declaraciones que llevan a la herejía, no puede demostrarse tan fácilmente que él está consciente de estar rechazando algún dogma de la Iglesia. Según parece, en su comportamiento, Juan Pablo II está profundamente convencido de que él hace lo mejor en el servicio a la Iglesia [12]. ¿Cómo es posible que algunos sujetos pretendan demostrar con certeza moral que el Papa, en su corazón, esto es, en su interior, realmente espera y desea causar y traer un gran mal sobre sus súbditos y que debido a su maldad es que el promulga leyes malvadas? No es posible. Como típico liberal, Juan Pablo II está esparciendo declaraciones y concesiones ambiguas con el fin de complacer al mundo. Podría suceder que él realice declaraciones heréticas sin incluso darse cuenta de ello, y así, no podría acusársele de herejía formal [13]. Por lo tanto, mientras no exista una prueba irrefutable, es más prudente abstenerse de juzgar. Esta fue la prudente línea de conducta del Arzobispo Lefebvre.

Nota del blog: lo que se dice del Papa Juan Pablo II puede aplicarse también al Papa Francisco y a los demás Pontífices desde Juan XXIII, inclusive, en adelante, pues fuera de algunas diferencias accidentales, todos son liberales y modernistas.
(sigue)