PÁGINAS

miércoles, 12 de marzo de 2014

MISA DE LA FSSPX EN EL ROTARY CLUB

FSSPX de Filipinas celebrará misa en el Rotary Club


  
El Club Rotario.
El hermano menor de la masonería
  
El Rotary Club —asociación de hombres, preferentemente de negocios y profesionales, que se proponen moralizar y mejorar los espíritus contribuyendo a la paz universal mediante la práctica de una moral sin dogmas y de un laicismo y naturalismo absolutos— es la masonería internacional esparcida por todo el mundo, como noviciado de la Orden, para probar, ensayar y conquistar adeptos.

 Concomitancias con los hermanitos mayores

El mallete, distintivo del venerable maestro de la logia masónica, es también el distintivo del presidente del club rotario; y la bandera blanca de los masones es el emblema de los rotarios, que han sustituido en ella el águila de dos cabezas por la rueda dentada.

 La nueva religión laica de la amistad rotaria

"Nuestro plan —declaró Harris— hace caso omiso de todo credo y glorifica los hechos. Rótary está abierto a protestantes, católicos, judíos, musulmanes, cristianos, budistas, y ateos. ¿Vamos a ser retrógrados, o debemos ir adelante con el progreso de los tiempos?"
 Su semejanza con la masonería radica cabalmente en el naturalismo racionalista, en el indiferentismo religioso y en la moral universal atea. Se proponen mejorar la humanidad por la amistad y la camaradería, sustituyendo el mandil masónico por el mantel laico de la opípara mesa. En esta campaña de mejoramiento social no cuenta para nada la religión; “ni siquiera debemos acordarnos de ella”, decía el gobernador del distrito 63, Abente Haedo, en mayo de 1936.

 El católico, soldado por vocación, deberá dejar sus armas a la puerta del club, si desea permanecer en el Rótary  y, obligado al combate espiritual, quedará inerme ante los errores que le serán presentados bajo los velos de la indiferencia.

El rotario William Mayer afirmó en México que “todos y cada uno de les rotados deben desterrar de sus mentes los prejuicios de religión y de nacionalidad”; y en 1944 el rotario argentino, doctor del Forno, aseguró que “la moral sin dogmas forma la conciencia del Rótary”.

 En 1926 los rotados enviaron al verdugo de la Iglesia Católica en México, Plutarco Calles, un telegrama en el cual, después de felicitarlo, le decían: “Estamos resueltos a cooperar con vuestro gobierno mientras podamos”. Al hablar de la cuestión religiosa mexicana declaraba el masón neoyorquino Roberto A. Grennfield: “La masonería se vale de la YMCA (protestante) y del Rótary para combatir al catolicismo”.

 Los rotarios son masones disfrazados

Es un hecho que los rotarios florecen donde más abundan los masones, a tal punto que aquellos, generalmente, no son otra cosa que masones disfrazados.

 El primado de Toledo, monseñor Segura y Sáenz, escribía en su pastoral del 23 de enero de 1929: “El Rótary hace profesión de un laicismo absoluto y de una indiferencia religiosa universal, intentando moralizar a los individuos y a las sociedades con total prescindencia de nuestra santa Madre la Iglesia Católica. Mientras predican una moral sin religión para llegar a la paz universal, ocultan -bajo un aspecto comercial, recreativo, filantrópico, pedagógico, neutral, pero siempre laico- la negación de la moral verdadera y de la verdadera religión, que tratan de sustituir con una religión que no es la de Jesucristo".

 Y el obispo de Orense señalaba que “tales clubes rotarios no son otra cosa que nuevos organismos satánicos de igual procedencia y espíritu que el masonismo; la organización rotaria resulta sospechosa y debe estimarse vitanda, execrable y maldita". 

Porque “el Rótary —escribió el jesuíta José M. Bower en la revista "Estudios" de Buenos Aires en su entrega de octubre de 1928— no es compatible con el catolicismo. Con su moral racionalista, naturalista y laica se alza como rival de la moral evangélica, y entre la moral del Rótary y la moral de Cristo la opción no puede ser dudosa para un católico. Mutilar la verdad divina es un sacrilegio, disimularla es una cobardía y sustituirla por otra es una apostasía”. 

Todo sistema ético que no se base en los principios cristianos es inadmisible para un católico, y “las tentativas de acuerdo en este terreno —nos advierte Pío XI en su encíclica Mortálium ánimos del 6 de enero de 1928— no pueden, en ninguna manera, obtener la aprobación de los católicos, puesto que están fundadas en la falsa opinión de los que piensan que todas las religiones son, con poca diferencia, igualmente buenas. Cuantos sustentan esa opinión poco a poco vienen a parar en el naturalismo y ateísmo”.

 A las condenas de los obispos españoles y franceses siguieron las del episcopado holandés en su Conferencia de Utrecht de 1930, del episcopado peruano en 1938 y de monseñor Reyes, de Nicaragua, en 1941, los cuales en general dicen: “El Rótary sostiene una doctrina radicalmente naturalista y atea, totalmente indiferente en cuanto a la religión y al culto. Tales clubes son satánicos, de igual espíritu y procedencia que el masonismo (…) Y predican una moral sin religión (…) Por lo que declaramos categóricamente que a ningún católico le está permitido afiliarse al Rótary, y que al pertenecer a él ponen en peligro su salvación eterna”.

 La Santa Sede -respondiendo a la consulta de los obispos- lo prohibió terminantemente para todos los clérigos en su “non éxpedit” (no conviene) del 4 de febrero de 1929, y luego Pío XII repitió tal prohibición el 11 de enero de 1951, añadiendo para los fieles en general una exhortación, en la cual les aconseja que se cuiden de pertenecer a sociedades condenadas por la Iglesia o simplemente sospechosas, a tenor del canon 684 del Código de derecho canónico.

 El célebre pensador inglés Chesterton lo define como “una organización sin alma, desprovista de toda dignidad espiritual. El compañerismo rotariano —dice— no tiene nada de cristiano y su teoría de la propia suficiencia es la más negra de las modernas herejías”. Y concluye así el erudito escritor: “El hombre no se basta a sí mismo, debe apoyarse en Dios; y el rotarismo prescinde de toda idea divina en las relaciones humanas. La hermandad de los hombres necesita de la paternidad de Dios. Cuando se suprime o evita la creencia en lo sobrenatural (como hace el Rótary) todo queda reducido a una mezquina colección de presuntuosos. 



Publicado por Judamore