SYLLABUS.-
Los “iluminados iluminadores”: sólo contribuyen a la discordia y la división de las fuerzas resistentes al modernismo. Son una cara de la moneda: del otro lado están los tradi-liberales.
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Que se nos entienda. No decimos que los sedevacantistas son idiotas, sino que hay algunos de ellos que son idiotas sedevacantistas, que, cerrados en esa especie de obsesión que les agarra, empiezan a mirar con asco (o con osko, es lo mismo) a quienes no siguen esta respetable opinión –pues es una opinión y no una certeza absoluta. Y entonces dogmatizan y el tema del sedevacantismo pasa a ser central en sus vidas, cuando Dios en este momento no nos pide desentrañar esas cuestiones, sino combatir a los que se oponen e intentan destruir su Iglesia Católica, se llamen como se llamaren y se encuentren donde se encontraren.
Entonces dicen:
“El mismo Mons. Williamson, ahora (insisto que TARDE e inclusive DESPUÉS, llamativamente, de las críticas a Bergoglio por parte de Mons. Fellay), recién ahora, se dignó, finalmente, hacer un comentario sobre el pseudo-papa… que, además, tanto como Mons. Fellay y Mons. Williamson consideran PAPA y autoridad y jurisdiccionalmente hablando, IMPRESCINDIBLE.”
A ver si se entiende: piensan IGUAL, sienten IGUAL y actúan IGUAL que su “tan odiado” Mons. FELLAY. Lo de Mons. Williamson es, para utilizar una antigua manera de definirlo, una “voie de garage”.”
(Radio Cristiandad)
Para ser coherentes, estos idiotas sedevacantistas deberían entonces seguir con su crítica hasta Mons. Lefebvre, que no era sedevacantista, y, aunque alguna vez pudo afirmar que tenía dudas (como las podemos tener hoy nosotros), siguió considerando o actuando como si Juan Pablo II fuera Papa –y eso que fue quien lo “excomulgó”.
Entonces tendrían que llegar con su crítica a don Luigi Villa, que pese a sus críticas fuertísimas y contundentes sobre Pablo VI, Juan Pablo II y finalmente Benedicto XVI –a quien incluso contribuyó a hacer caer-, nunca dejó de llamarlos “Papas”.
Tendrían que llegar hasta el Padre Pío, que consciente de la influencia de la Masonería dentro de la Iglesia –para lo cual facultó para combatirla al mismo don Luigi Villa-, tenía en su celda un retrato de Pablo VI y lo llamaba Papa. Raro, ¿no? Alguien con su clarividencia, a quien Dios le había revelado el interior de las consciencias de los hombres, quien hizo tantas profecías, que no estuviera advertido de que a la cabeza de Roma hubiera un falso papa. Qué raro.
Bueno, no era un sabio como Osko y otros grandes iluminados sedevacantistas que iluminan nuestro camino. Menos mal que contamos con ellos.
En fin, parece broma, pero el hecho es que RC parece exigir a Mons. Williamson que declare por Francisco la sedevacancia. ¿Pero por qué no lo han hecho ellos mismos por Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI? ¿Qué habrá cambiado de esencial de este para aquellos? Y, finalmente, ¿al servicio de quién y de qué estarán estos hombres?