PÁGINAS

jueves, 10 de enero de 2013

EL LIDER TRATA DE EXPLICARSE


FUENTE: THE RECUSANT


Un análisis de la conferencia de Monseñor Fellay en Ontario, Canadá el Viernes 28 de Diciembre de 2012

Esta conferencia de Monseñor Fellay es ciertamente de interés para los fieles de la FSSPX, no menos importante pues es la primera en varios meses. Al ser expuesta a final de un año tan turbulento y tormentoso para la FSSPX, esta razonablemente ha sido vista como una oportunidad para el Superior General no solamente para contar “su lado de la historia” en cierto sentido, sino también para dar un recuento a sus sacerdotes y fieles del año que se ha ido. Después de todo, ¿fue necesario todo ese escándalo en el 2012? ¿Qué fue todo eso? ¿Para qué fue todo eso? ¿Debe continuar la situación actual? Y si es así ¿Por qué?

Los problemas del 2012

El Superior General usa la primera parte de su conferencia para comentar sobre varias perturbaciones, aunque no muy largamente. Empieza su conferencia diciendo a su audiencia que las disputas y perturbaciones en la FSSPX no son cosa nueva. Virtualmente cada año, dice, la FSSPX “…es objeto de ataques del demonio. Uso estas palabras precisas –no es una metáfora, es la realidad. Ustedes saben que las Sagradas Escrituras dicen que el Diablo está rondando –buscando a quien devorar…”

Entonces continúa diciendo que, hasta ahora, esos “ataques del demonio” han sido confinados a un rincón o a otro, a un área localizada de la FSSPX en algún lugar del mundo. Este es el primer año, dice, donde “el problema” no fue confinado a alguna parte de la FSSPX, sino que se expandió más o menos a toda la FSSPX en todo el mundo.

¿Cómo podemos estar seguros de que los “ataques” del 2012 fueron obra “del demonio”? Bien, de acuerdo a Monseñor Fellay:

“Entonces tenemos un problema y  tenemos a la gente que reacciona a este problema y entonces hay una cierta proporción. Yo diría que esto es lo que llamaríamos un problema normal. Cuando de repente hay una total discrepancia entre la verdadera cosa y la reacción, se ven las pasiones, hay una explosión… es como un volcán que va por el aire, entonces se sabe que esta proporción es causada por el demonio. Esa es su manera de actuar”.

Si ustedes están  buscando respuestas más precisas del Superior General, queridos lectores, temo que quedarán decepcionados. ¿Cuál fue exactamente la naturaleza y tamaño (presuntamente pequeño) del “problema” por el cual algunas personas (¿qué personas?) reaccionaron exageradamente? ¿Cuál fue exactamente la naturaleza de esta “reacción”, y cómo podemos estar seguros de que su reacción estuvo fuera de proporción? Casi parece que Monseñor Fellay plantea cuatro o cinco preguntas cada vez que intenta contestar una. Muchas preguntas se esbozan, de hecho, podríamos llenar este artículo  con una discusión de lo que el Superior General no dice o no explica. Nos ofrece muy poco además de un hablar vago y generalizaciones y una muy ostensible oferta de simpatía (“tuve que soportar…”). Y en su conjunto da la impresión de que él cree que ha dicho más que suficiente para poner las cosas en claro.

Tomen, por ejemplo, el momento cerca del comienzo donde parece plantear una pregunta obvia, pero entonces de manera decepcionante, la deja a un lado con una no-respuesta:

“¿Por qué hubo confusión? El problema con esta confusión es que algunas personas perdieron su confianza en la autoridad. Diría que es un gran problema porque cuando uno pierde la confianza en la autoridad queda abandonado en sí mismo”.

Entonces, ¿qué causó la confusión? ¡La pérdida de confianza en la autoridad! muy bien, ¿y qué causó la pérdida de confianza en la autoridad? Sin comentarios. Todo lo que se nos dijo es que la pérdida de confianza en la autoridad es algo malo. Lo que en sí mismo es cierto pero ese no es el punto. En este caso en particular, ¿esta pérdida de confianza en la autoridad estuvo justificada o no? ¿Fue causada por la misma autoridad? Muchos fieles de la FSSPX, especialmente en Occidente, han perdido toda su confianza en las autoridades seculares. El hecho es que nuestros gobiernos definitivamente no merecen nuestra confianza y apoyo –ciertamente el Superior General no afirmaría que estamos equivocados en no confiar en autoridades como Barack Obama o David Cameron? Entonces, quizá se pudiera decir que la pérdida de la confianza en la autoridad puede ser buena o mala, puede ser justificada o injustificada; todo depende.

El malvado Internet:

El va tan lejos como para decir que hubo “…muchas cosas que fueron difundidas por internet durante ese tiempo que fueron simplemente falsas”.

¿A qué se refiere aquí? ¿Quizá se estaba refiriendo a las varias conferencias que su propio Primer Asistente, el padre Pflugger, publicó ampliamente en los sitios oficiales leales a él y sobre los cuales tiene el control? Tomen, por ejemplo, la conferencia del padre Pfluger en Hattersheim, en abril de 2012. El Padre Pfluger aseguró a su audiencia, como siendo un hecho, que a la FSSPX se le había ofrecido un acuerdo “sin ataduras” para firmar, un reconocimiento unilateral sin que se le requiriera nada a la FSSPX, y que este hecho justificó las actuales negociaciones que tienen lugar con la Roma sin convertir. Los eventos subsecuentes y las propias palabras de Monseñor Fellay en Canadá y en otros lugares, han probado que esto no fue otra cosa que un rumor sin fundamento para los cuales no existe evidencia y mucho menos pruebas. La disensión del padre Pfluger fue, usando las propias palabras de Monseñor Fellay “simplemente falso”. ¡Qué extraño que no fue tomada ninguna acción en contra del Padre Pfluger!, al menos no nos hemos enterado de alguna.
Ahora bien, para que nadie piense que a quien se refería Monseñor Fellay no era al Padre Pfluger sino a sitios “mal portados” como Cathinfo o Ignis Ardens, haríamos bien en recordarnos la cuestión (que Monseñor Fellay no tomó en cuenta) de por qué tanta gente sintió la necesidad de consultar sitios que no están controlados por la FSSPX. Si un gran número de fieles no han perdido totalmente su confianza en los sitios oficiales de la FSSPX (DICI, SSPX.org, etc) no debe haber habido tantos “rumores” (¡prácticamente todos ellos se han hecho realidad!) Si el lector desea ver un ejemplo reciente y concreto de cuan poco fiable se ha hecho DICI, y por qué los fieles han ido en tropel hacia los sitios “no oficiales” de la FSSPX, les comunicamos que hay un artículo en TheRecusant.com llamado “¿DICI se ha ablandado?

En efecto, Monseñor Fellay admite (aunque sin intención) que cuando leemos algo en DICI, no debemos tomarlo muy en serio, que él mismo no está por encima de utilizar tácticas Maquiavélicas, o al menos que él es capaz de actuar y hablar en público con motivos ulteriores. El dice a su audiencia que, para ver cómo Roma reaccionaría, “hice una prueba. Publiqué una entrevista en DICI…”

Siendo este el caso, ¿cómo podemos tener la certeza que cualquier futura entrevista con DICI no será meramente una “prueba”? ¿Cómo podemos estar seguros de que sus palabras en Ontario no son también una “prueba, que su conferencia en Canadá no fue solamente otra pieza de sus maniobras políticas, que él está esperando para ver cómo respondemos a ella? Si el lector no descubre nada más de la conferencia de Monseñor Fellay,  que recuerde esto: El Superior General admite que sus propias palabras no pueden ser tomadas seriamente. Esto es causa de seria preocupación en un Superior de una Fraternidad que se supone debe permanecer firme y decir la verdad de cara al mundo moderno deshonesto.
Para no ser acusados de quedarnos en silencio, mencionemos brevemente un ejemplo concreto de “falsedades de internet” que cita el Superior General, esto es, la famosa “Regla de los Tres Años”, la cual es adjudicada a un sacerdote austriaco en fecha cercana a Pentecostés del 2012, cuando él visitó este distrito para hacer confirmaciones y tuvo lugar una junta de sacerdotes. Trataremos en otra parte sobre la substancia de este “rumor” (el cual creemos que es cierto) y su negación posterior (lo que creemos que fue falso), la semi-negación (la cual vemos como una marcha atrás) y la tergiversación de la historia (lo cual sospechamos es un fino ejemplo de cómo no cavar el propio agujero). Si lo que muchos de nosotros sospechamos es correcto, esto provee todavía más evidencia, para cualquiera que tenga ojos para ver, de un político Episcopal cuyas palabras no pueden tomarse en serio. Es muy curioso que él escogió este como su único ejemplo, de más está decir que muchos de nosotros seguimos convencidos que lo que fue difundido en internet relativo a su discurso a los sacerdotes Austriacos fue totalmente opuesto a lo “completamente falso”.

Un silencio que dice mucho

Mucho del resto de la conferencia de Monseñor Fellay fue expresada en forma narrativa, hablando sobre las varias interacciones con los clérigos romanos, pero no debemos distraernos de lo que está diciendo. Hace como los políticos modernos que gastan una gran cantidad de energía, aire y retórica para no decir nada. Y es innegable que Monseñor Fellay, en el curso de una hora y cuarenta minutos no menciona las cosas más importantes que se necesita urgentemente sean aludidas. Por ejemplo no menciona las palabras que dirigió a CNS en cierta entrevista (junto a otras escandalosas palabras, vea el escrito del Padre Chazal: “Yo excuso al concilio”) que hasta este día permanecen sin retractar y que siguen siendo del dominio público para todo el mundo. No discutió el texto de acuerdo escandaloso que presentó a Roma  personalmente el 14 de abril. No dijo nada de su negativa de último minuto a ordenar a los candidatos de los Dominicos y Franciscanos para lo cual no dio ninguna razón seria. Nada sobre los argumentos expresados por un significativo número de sacerdotes (y sus tres compañeros obispos, en un momento u otro) en contra de su posición y sus declaraciones.
Ni una palabra sobre su mano dura en las medidas disciplinarias en contra de sacerdotes y fieles que se atrevieron públicamente a estar en desacuerdo con él; o la persistente falta de explicación clara de por qué fueron castigados. Y finalmente, lo que más nos dice: no hubo palabra alguna sobre el elefante más grande en la habitación (ni siquiera fue mencionado indirectamente o aludido de paso): la reciente expulsión de uno de los cuatro obispos consagrados por nuestro Venerable Fundador, expulsado por crímenes como viajar a Brasil a realizar confirmaciones y rechazo a romper su última línea de contacto e instrucción de sus fieles en el mundo, en la forma de un pequeño y semanal correo electrónico llamado “Comentarios Eleison”. Todas las cosas que su audiencia esperaba escuchar no fueron mencionadas. Todas las cuestiones relevantes siguen sin ser preguntadas ni contestadas.
Debemos orar y esperar que se le ocurra al Superior General plantearse algunas preguntas sobre lo que ha ocurrido a la FSSPX. Sintiendo lástima por sí mismo por haber sido “atacado” “por el Diablo” no le hará bien. Debe ocurrírsele preguntarse por qué tanta gente, incluyendo antiguos defensores de su persona, todos simultáneamente hablaron y escribieron en su contra. Como están las cosas, nos deja con la impresión de que él piensa que un gran número de fieles y de sacerdotes (muchos de ellos entre los más experimentados y respetados en la FSSPX) de repente, incomprensible y espontáneamente, dejaron su sano juicio, se volvieron locos y lo atacaron a él y a la FSSPX. ¿Y por qué? ¡Bueno, ellos actuaban en nombre del Diablo!

De parte de Monseñor Fellay, déjenos recordar a nuestro lector que sí existen verdaderas causas de las perturbaciones del 2012 y la pérdida de confianza en la autoridad. Para mejor explicarlas, usaremos las palabras del padre Clifton, quien es conocido por muchos de nosotros como un excelente y muy balanceado sacerdote de mente clara, en su carta al padre Thouvenot del pasado junio:
 “…Las terribles divisiones que en la actualidad socavan nuestra Fraternidad no son el fruto de la rebelión y la desobediencia, sino que claramente son el resultado de un cambio sísmico de principios por parte de nuestros superiores en relación con Roma.
[…]
 Ningún argumento convincente ha sido presentado como una justificación para un cambio tan fundamental en la posición - el Santo Padre no ha cambiado en su insistencia en la hermenéutica de la continuidad en relación con la tradición y las enseñanzas del último Concilio. Y, sin embargo, y ahora, tenemos simplemente que aceptar lo contrario.

Este enfoque no podía dejar de producir el profundo malestar que en la actualidad afecta a nuestra Fraternidad. Además, el uso indebido del secreto a tan gran escala por nuestros superiores actuales, acompañadas de privilegiar a un pequeño grupo de partidarios de confianza de la nueva política hacia Roma, ha servido para exacerbar esta dolorosa situación aún más.

Por lo tanto, es muy claro para mí que aquellos que verdaderamente tienen la responsabilidad de la tormenta actual no son los que han tratado de preservar la firmeza de nuestra Fraternidad y la profesión sin ambigüedades de la fe católica en relación con las autoridades conciliares, sino aquellos que optaron por abandonar la sabiduría insistiendo en una conversión real por parte de la modernista Roma antes de pensar en un acuerdo práctico”.

Bajo la luz de lo expuesto anteriormente, debe ser entendido el por qué Monseñor Fellay quiere evitar discutir las causas específicas de las divisiones del 2012, ya que él, más que nadie, es el centro de éstas. Él es responsable de estas divisiones, ya que é les en última instancia responsable de todas las venturas y desventuras de la FSSPX –eso, ciertamente, es lo que significa ser Superior. Y nadie puede enderezar las cosas al buen camino sino él solo, teniendo la voluntad de hacerlo. Que no lo haga, después de todo lo que ha sucedido, muchos de nosotros pensamos que es porque sus prioridades están en otra parte. Él prefiere tener una FSSPX más pequeña y mutilada que sea totalmente dócil y obediente a su voluntad para que pueda ser llevada fácilmente a un acuerdo con Roma modernista, que una FSSPX más grande, fuerte y unida que resista a tal movimiento.

Lamenta la desunión y las luchas internas mientras que tercamente se niega a reconocer las causas probables, lamenta la destrucción mientras que no hace nada para prevenirla: este es un patrón de comportamiento que Nuestra Santa Madre Iglesia ha presenciado antes, relativamente reciente, y puede ser que si Monseñor Fellay no tiene cuidado quedará en la historia como “el Paulo VI de la FSSPX”. Lo más cerca que llega a reconocer que él pudo estar involucrado  causando la división en la FSSPX de un modo u otro es cuando dice:

" Si miro y trato de ver de dónde viene esta confusión, tenemos varios elementos que no ayudaron. El primero y diría probablemente el más profundo y la causa de todos los demás es que desde hace años experimentamos una contradicción en Roma. Trataré de desarrollar ese punto porque pienso que es de los más importantes."
Entonces procede a hablar de su tema favorito, uno que tiene muy bien ensayado por los años de uso (y el cual, para muchos de nosotros, fue interesante quizá en el 2001, pero que perdió su novedad hace mucho tiempo) -¡adivinó! “Nuestras relaciones con Roma”. En realidad, la gran mayoría de esta conferencia de una hora y tres cuartos de duración trató de esto, y es sorprendente que Monseñor Fellay dedique tan poco tiempo a la fragmentación de la FSSPX. Ciertamente, esto es lo que la mayoría de su audiencia esperaba escuchar.

“Contradicción en Roma”

¿Qué dice Monseñor Fellay sobre sus relaciones con Roma? Bueno, pocas cosas interesantes, la mayoría sin interés. Como antes, en muchos casos lo que tiene más interés es lo que no dice y lo que revela sin intención. Los lectores recordarán declaraciones hechas por algunas personas cercanas a Menzingen (aludidas en el artículo de The Recusant llamado “Saber cómo conservarse sano”), de que un alarmante optimismo se ha apropiado de las personas en el poder en Menzingen. Se ha declarado de que hay demasiada voluntad de parte de Menzingen de creer cualquier rumor escuchado en los “corredores de poder” y aceptar con ingenuidad casi infantil, la palabra de los romanos (“nuestros amigos”) ya sea privada, no-oficial y sin autentificar. Estas declaraciones sobre Menzingen son confirmadas por Monseñor Fellay, aunque probablemente sin quererlo, varias veces en el transcurso de la conferencia. Tomemos esto como ejemplo:

“Pero el gran problema enfrentado en ese tiempo fue el siguiente. Incluso antes del 14 de septiembre, me llegaron mensajes de personas que trabajan en Roma y que son amistosos con nosotros. Gente que incluso ha sido quemada, sus dedos se han quemado porque están demasiado cercanos a nosotros. Y ellos trabajan en Roma y son nuestros amigos. Esas personas me dijeron: “El papa va a reconocer a la Fraternidad. Y lo hará del mismo modo que lo hizo con las excomuniones. Esto es, sin nada de nuestra parte”. El papa lo hizo. Hecho. Y esos mensajes me llegaron de varias personas diferentes quienes, hay que decirlo, su auntencidad no puedo poner en duda. Por ejemplo, uno de ellos es una persona que trabaja en Ecclesia Dei, que son los que tratan con nosotros. Y esta misma persona, después de tener el texto, nos dijo: "Eso no es lo que el Papa quiere!"
Como pueden ver, obtuve esta clase de mensajes que no encajaban juntos. Primero obtengo una cosa oficial a la cual debo decir claramente que no. Luego otros mensajes que no son oficiales, por supuesto pero que dicen: “No, eso no es lo que el Papa quiere. ¡El Papa está mucho más inclinado hacia usted, usted!...

Mensaje no oficial de un “amigo” en Roma: “¡El Papa está de su lado”, mensaje oficial del Vaticano y del Papa: “Usted no puede decir que hay errores en el Concilio”. ¡Qué contradicción tan confusa! ¡Quizá Monseñor Fellay debe escuchar su propio consejo a los fieles y no estar tan dispuesto a escuchar rumores! Después de todo, en cada instancia la contradicción sigue la misma pauta: son los rumores no oficiales los que son positivos pero las respuestas oficiales romanas insisten en la aceptación del concilio.
¿Se ha dado cuenta Monseñor Fellay de este fenómeno? –me pregunto. Si lo ha hecho ¿No se le habrá ocurrido preguntarse el por qué será así? Como lo señala el autor de “Saber cómo conservarse sano”, cuando se negocia con la Roma modernista, se firma un acuerdo, uno se pone bajo la autoridad romana, por lo que uno debe olvidarse completamente de la “Roma no oficial” ya que se firmará con la “Roma oficial”, la Roma que habla abiertamente, la Roma cuyas palabras, pensamientos y actitudes pueden observarse clara y consistentemente en sus actos y documentos oficiales. En caso de duda, ¿a cuál Roma debe considerar el hombre prudente? En el caso de Monseñor Fellay, la respuesta al parecer es un optimismo perdurable, basado en lo que “nuestros amigos en Roma” nos han dicho (el Papa está de su lado”, etc), y no ha aprendido la lección respecto  a la confianza que merecen “nuestros amigos” en Roma modernista. En nuestra opinión, la crítica que hace Monseñor Fellay a las inconsistencias de Roma es totalmente injusta para los romanos. En público y de manera oficial han sido y permanecen totalmente consistentes. Consistentes en la nueva misa, consistentemente determinaron hacer del Vaticano II la piedra angular de la ortodoxia, están convencidos consistentemente, de hecho, si no de palabra, de que la Iglesia empezó en el año de 1965 y están consistentemente desinteresados (e incluso hostiles) en cualquier cosa anterior, incluso están consistentemente determinados a dar los pasos necesarios para silenciar a los pocos críticos del Vaticano II, de los cuales la FSSPX es quizá el grupo más grande que queda.

Muchos otros problemas aparte.

La conferencia contiene más cosas de interés (sin embargo muchas de ellas indirectamente) que lo poco que hemos comentado hasta ahora, pero por razones de espacio solamente voy a resumir algunas aquí. El lector que sea lo suficientemente valiente y paciente puede encontrar la transcripción completa de su conferencia en nuestro sitio web, en la pestaña de “Materiales de Referencia” y juzgar por sí mismo si lo que he dicho no tiene fundamento.

-Una y otra vez, Monseñor Fellay sin intención revela su devoción hacia Roma y su fuerte deseo de llegar a un acuerdo con la Roma actual. Por ejemplo:

“Ahora les digo, esta carta, si solamente tuviera esta carta, significaría el fin de nuestra relación con Roma”. (¿Y eso sería tan malo?)

“Y umm… esa es la situación… todo está bloqueado… Todavía me pregunto qué podemos hacer para continuar las discusiones doctrinales. ¿Podemos, hay alguna manera posible? Todavía no lo sé, bueno, tengo algunas ideas, ¡pero todo está bloqueado! (…) Y el problema es que tenemos al modernismo que quisiera terminar la historia de la Fraternidad con una condenación, y tenemos algunas personas que todavía esperan que lleguemos a algo. Francamente no sé cómo eso pudiera ser posible. Para mí, la situación está realmente bloqueada. Realmente bloqueada”.
Noten las claras implicaciones que tiene este tipo de lenguaje. Roma está evitando un acuerdo. ¿Son los modernistas los que desean que Roma y la FSSPX estén separadas? Nosotros, por otro lado, hemos hecho todo lo posible por continuar nuestras negociaciones con los modernistas, y nosotros todavía esperamos un acuerdo con la Roma modernista, si solo fuera posible.

-Evidencia
de la voluntad de Mons. Fellay a plegarse a la voluntad de Roma por lo menos hasta cierto punto, a “encontrarlos a medio camino", para aceptar al menos un poco de las demandas de los modernistas se da en el ejemplo de su propia decisión de no celebrar ordenaciones  de subdiáconos en Alemania en el 2009, porque el Cardenal Hoyos personalmente se lo pidió. En el evento, él no llegó tan lejos como al cardenal le gustaría (la cancelación completa), pero cuando menos se estableció un precedente en los cambios hechos en FSSPX  de lo que hubiera sido su práctica habitual para la conveniencia Roma modernista.

-Monseñor Fellay admite que tuvo una confianza infantil en las buenas intenciones del Papa, al manos hasta hace poco, y que el sostuvo más o menos el punto de vista de un buen Papa cuyas manos están atadas por los malvados cardenales y obispos. No queda claro si  los eventos subsecuentes han logrado desengañarlo de tales ilusiones infantiles. Sin embargo, es bastante claro que sigue confiando irrealísticamente en el Papa.
-La mejor evidencia de lo anterior es su asombrosa admisión de que él ve algo positivo en la designación del Arzobispo Di Noia (…”que parece ser más abierto o que quiere representar la posición del Papa), esta designación fue hecha por el Papa, dice, para balancear la “mala designación” del Cardenal Mueller. Los lectores de “The Recusant” recordarán las palabras del arzobispo Di Noia citadas en nuestro último número, de que el propósito de la reconciliación con la FSSPX es para dar validez al Concilio Vaticano II, demostrando que no hay ruptura entre el pre y el post concilio.

-Monseñor Fellay sacó un poco sólido argumento, el cual propone (y ha propuesto al Papa) como una manera de “reunir” a la FSSPX con Roma. Los griegos ortodoxos, dice, una vez hicieron una declaración para ser firmada en el cual el punto principal de disputa (la cuestión de las anulaciones matrimoniales) simplemente no fue mencionado. Le pidió al Papa un acuerdo en líneas similares: no hablemos del Vaticano II. Hay tantos problemas obvios con esto que apenas sabemos por dónde empezar. Quiera el lector considerar lo siguiente:
-¿Cómo se permitiría a la FSSPX continuar criticando al Concilio si las bases de nuestro acuerdo serían precisamente no hablar de en lo que más estamos en desacuerdo?
-Lo que está en juego no es la validez de algunos matrimonios, es mucho más importante que esto, es la Fe Católica. El modernismo es un sistema de pensamiento, y como tal, abarca la totalidad de la fe católica y es capaz de quitar a cualquier declaración de fe su significado aparente.

-En el ejemplo del acuerdo firmado por los griegos ortodoxos, el lado correcto de la disputa (Roma) era el más grande, fuerte y antiguo de los dos lados. En nuestro caso, el lado correcto es el más débil de los dos y por mucho. Negociar desde una posición de fuerza es una cosa, estamos negociando en una posición de debilidad.

-Si el acuerdo “silencioso” de los griegos fue una buena idea, ¿Por qué los griegos Ortodoxos todavía no están unidos a Roma? La Historia pone en evidencia el fracaso de este intento. ¿Por qué sería exitoso en nuestro caso?

-La Verdad tiene la primacía, y las enseñanzas Verdaderas de Dios tienen el derecho de ser conocidas por todos, incluyendo a Roma modernista. Nosotros no queremos ser reconocidos en el nombre del pluralismo. Roma debe reconocer su error y convertirse de su modernismo. Firmar tal clase de acuerdo “no-se-mencione-la-guerra” no haría nada para traer a Roma de regreso a la Tradición. Peor aún, sería el equivalente a admitir que realmente no esperamos o requerimos tal conversión. Lo que pedimos a Roma modernista es que enmiende su camino. Nosotros no queremos que nos den un altar lateral en la Catedral del pluralismo conciliar, con un acuerdo con el cual nos dejarían en paz siempre y cuando aceptemos vivir en armonía con los otros ocupantes.

Una visión simplista de la Crisis.

Dicha sea la verdad, probablemente es la propia visión de Monseñor Fellay sobre la crisis en la Iglesia lo que sería la mayor causa de preocupación. Para los tradicionalistas experimentados, curtidos en la batalla que suelen discutir la crisis en la Iglesia y toparse con muchas diferentes respuestas de personas con diferentes posiciones, deja un particular sabor de boca. Es difícil señalar con nuestro dedo exactamente lo que está mal en ella, e incluso en la segunda o tercera ojeada, el problema es difícil de dilucidar. Probablemente es, otra vez, no lo que él dice tanto o lo que deja de decir (uno no se da cuenta inmediatamente cuando algo falta). Por ejemplo, el va mas allá incluso para decir que la Libertad Religiosa es mala. Muy bien, muy bueno, pero en sí mismo no es suficiente, y lo que dice no ofrece verdaderas razones de por qué es tan mala. No hay discusión real sobre la raíz del problema. Es solamente que él dice que es mala para “probarnos” que todavía está de nuestro lado, por así decirlo. Para recordar lo que falta explícitamente, recordemos lo que dijo Monseñor Tissier de Mallerais sobre este tema, en su entrevista con Rivarol en junio pasado:

“Jerome Bourbon:
¿Podría  precisarnos este problema de Fe que usted desea ver resuelto en primer lugar?

Mons. Tissier
: Por supuesto. Se trata, como decía Mons. Lefebvre, del intento del Vaticano II de reconciliar a la Iglesia con la Revolución, de conciliar la doctrina de la fe con los errores liberales. Es Benedicto XVI, el mismo que en su entrevista con Vittorio Messori en noviembre de 1984 decía: “el problema de los años 60 (es decir, los del concilio) era  la adquisición de los mejores valores madurados en dos siglos de cultura liberal. Estos son valores que, aunque nacidos fuera de la Iglesia, pueden encontrar su lugar, una vez purificados  y corregidos  en su visión del mundo. Y esto es lo que se hizo. He aquí la obra del Concilio: una conciliación imposible. ¿Qué tienen en común La luz y las tinieblas? Dice el Apóstol : ¿Qué  acuerdo  entre Cristo y Belial? “(2 Cor 6, 15). La manifestación emblemática de esta  conciliación es la Declaración sobre la Libertad Religiosa. En lugar de la verdad de Cristo y de su reino social sobre las Naciones, el Concilio pone a la persona humana, su conciencia y su libertad. Es el famoso “cambio de paradigma”, que confesaba el cardenal Colombo, en la década de 1980. El culto al hombre que se hace  Dios en el lugar del culto a Dios hecho hombre (cf. Pablo VI, Discurso de clausura del concilio, 7 de diciembre de 1965). Se trata de una nueva religión que no es la religión católica. Con esta religión no queremos ningún compromiso, ningún peligro de corrupción, ninguna apariencia de conciliación, y es esta apariencia  la que nos daría  la llamada “regularización”. Que El Inmaculado Corazón de María, inmaculada en su fe, nos guarde  en la fe católica.
Si consideramos lo que cierto Obispo (hasta hace poco en la FSSPX) diría acerca de la crisis, empezaríamos a darnos cuenta, al menos en parte, de lo que falta. Monseñor Fellay no menciona el “cincuentismo”, la “comodidad del sistema”, en la que cayeron  los católicos rutinarios a principios de los años 80, no menciona cómo la tibieza de los católicos en tiempos de prosperidad externa puede llevar a una caída masiva una o dos generaciones más tarde, y absolutamente no menciona que lo mismo puede ser verdad en los católicos de la FSSPX actual, no menciona el modo en que Dios Altísimo castiga y purifica cuando hay éxito material, los números externos, etc. acompañado por una falta de celo y devoción hacia Él. No hay sugerencia de que el punto absoluto de restauración de la Iglesia es la fe y santidad personal, o como lo dice Solzhenitsyn, que la línea entre el bien y el mal corre por el centro del corazón humano.
La crisis en la Iglesia no es planteada en los términos de Dios y Su poder para ayudar con Su gracia a que termine esta situación. Por el contrario, es planteada decididamente en términos humanos, casi como si Roma y la FSSPX fueran dos partidos políticos que negocian una alianza por la vía diplomática.
Además, se ha dicho antes que Monseñor Fellay (como el padre Schmidberger y el padre Pfluger) está equivocado acerca del tamaño y la fuerza de la FSSPX. Otro cierto obispo ha estado preocupado desde hace muchos años de manera pública por la fidelidad de la FSSPX, y su habilidad para permanecer incorrupta por la plaga modernista que ha barrido a la cristiandad. En común con muchos de nosotros, este archi-enemigo episcopal de Monseñor Fellay ha tenido siempre al menos la humildad de reconocer que la FSSPX, en la cual una vez tuvo una posición elevada, es verdaderamente pequeña y frágil, en desesperada operación de contención unida con hilos, chicle y cinta adhesiva. La visión de Menzingen, como se ha dicho antes, es que la FSSPX es la ungida de Dios que entrará a la Iglesia para “restaurarla desde adentro” (opuesta a verla como un mosquito que entra a un barril de alquitrán), y en esta conferencia nos damos cuenta de eso. También se dice que cualquier charla sobre el castigo, cualquier mención de los últimos tiempos o cualquier discurso que suene remotamente apocalíptico es anatema a los oídos de Menzingen. Basados en esta conferencia no podemos  probar que esto es cierto, pero aparecerá en algún momento.

¡El fin está cerca!

Es quizá por esta visión simplista de la crisis que tenemos un preocupante punto final que será discutido aquí. ¿Está terminando la crisis en la Iglesia? ¿Está mejorando? ¿Empeorando? Bueno, de acuerdo al Superior General:

“En cierto momento, hacia el final del invierno, ustedes pueden ver nuevos brotes que empiezan a salir. Hay una pequeña cosa allí. Cuando ustedes ven esto, ustedes saben que viene la primavera. Pero ustedes empiezan a decir, la primavera llegó, la primavera llegó, la gente les responderá, vamos, claro que no. ¡Es invierno! ¡Está helando! ¡Está nevando! ¡Hace mucho frío! ¡Hay mucho viento! ¡No digas que es primavera! ¡No es cierto! ¡es invierno! Y nosotros decimos, “ambos tienen razón. Todavía es invierno. Entonces yo digo, si ustedes ven la situación en la Iglesia, todavía es invierno. Pero empezamos a ver pequeños signos que nos dicen que la primavera llega”

En efecto, lo que dice es que a pesar de que la Crisis en la Iglesia no ha terminado, al mismo tiempo sí.  Ambas visiones son correctas. Creemos que hay un gran problema con esta analogía. Primeramente, la visión de nosotros, “los profetas del desastre”, está aquí mal interpretada (aunque quizá no intencionalmente). No es solamente que estamos en lo peor del invierno, sino que la crisis en la Iglesia sigue creciendo con el paso de los años y que las cosas pueden aún empeorar considerablemente.
Siendo este el caso, es difícil ver cómo nuestro punto de vista puede reconciliarse fácilmente con la visión optimista. Los brotes pueden aparecer en invierno, ¡pero no aparecen al inicio del invierno! Lo que es más, los pequeños signos que el Obispo ve como brotes (los jóvenes clérigos “más conservadores”) es una cuestión más compleja que a la que él da crédito: como dijimos anteriormente, no estamos hablando de partidos políticos. La crisis en la Iglesia no fue causada por políticos, sino por un balance de pecado y gracia, vicio y virtud, fidelidad e infidelidad, y en la causa reside la solución. Pensar que el final de la crisis está cerca porque algunos jóvenes sacerdotes de algún modo son más conservadores que sus antecesores inmediatos, nos parece una visión estrecha de un problema complejo, pero esto tiene que ver con su manera de comprender lo que es la crisis y lo que la está causando. Monseñor Fellay, en nuestra humilde opinión, no entiende la crisis de una manera adecuada. Haría bien en aprender a los pies de sus hermanos obispos a quienes ahora persigue, en particular Monseñor Tissier de Mallerais y Monseñor Williamson.

Por lo tanto: la palabra final de si podemos esperar un acuerdo -¿será vendida la FSSPX al enemigo o Monseñor Fellay aprendió su lección? Bueno, como cabe esperarse, Monseñor Fellay no lo dice de manera explícita, no dice un sí o no definitivo. El dice que no lo cree posible: pero eso desdice cualquier confianza que el optimista estaría tentado encontrar. Está claro que todavía le gustaría un acuerdo, si tan solo los modernistas en Roma estuvieran listos para ser tan flexibles y diplomáticos como él. Pero como están las cosas, todo está bloqueado. Por lo tanto, si no hay acuerdo hasta ahora, es porque Roma no lo quiere, y no por causa de una falta de esfuerzo de parte del Superior General.  El hecho es que él falla consistentemente en descartar por principio cualquier acuerdo con Roma modernista sin conversión, como lo hizo Monseñor Lefebvre, y esto es razón de mas para estar muy preocupados y continuar vigilando y orando. Sucederá si a Monseñor Fellay se le despeja el camino. La FSSPX está probablemente en su posición más precaria en toda su historia.

¡Que Dios tenga misericordia de nosotros!